“Hay que construir un proyecto nacional en el que las clases populares se reconozcan”

16/12/2006

La pasada semana, el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) organizó, en Leganés (Madrid), un acto público en el que se discutió sobre la formación histórica del Estado Español, se caracterizaron sus bases actuales y, como núcleo central del debate, se definió el perfil del proyecto de República Confederal Socialista.


Durante el encuentro, el historiador Alberto Arana, autor de estudios como Contra los zares españoles o El problema español, afirmó que la visión de un Estado burgués enfrentado, únicamente, a la clase proletaria es muy simple. “El Estado –dijo-, o más bien su clase dominante, siempre busca aliados para explotar a las mayorías. Esas alianzas pueden cambiar en proporción a lo largo del tiempo e, incluso, establecerse con los representantes de intereses opuestos para dar la impresión de que se ha producido un cambio que es falso, pero útil para legitimar y perpetuar la política del bloque dominante”.

Arana, enlazando otros aspectos a este análisis, defendió que hay que conocer las características de un Estado para poder combatirlo.

“Un Estado no sólo depende de su clase dominante, depende de la ideología con la que impregna a las clases populares y que, en función del grado de penetración que consiga, hace más difícil que ésta se rebele. Los Estados –añadió-, articulan un discurso que inocula esa ideología y ayuda a crear una cultura adecuada a su clase dominante. Ese discurso es la historiografía o, lo que es lo mismo, la forma en que se narran los hechos históricos. En definitiva, cómo se cuenta la Historia”

En el caso de España, Alberto Arana apuntó que el hecho de haberse convertido en un imperio colonial hizo que su clase dominante no se percatara de que estaba entrando en un callejón sin salida. “La economía de dependencia colonial de España impidió el desarrollo capitalista, que, en cambio, sí se estaba produciendo en Europa. Se trataba de una economía de derroche y saqueo que no permitió que la burguesía se implantara como clase hasta el siglo XIX y que este hecho, además, se diera como resultado de una pugna muy dura, que, andando el tiempo, estaría en el origen de la gran rebelión política y social que encarnó el período republicano. En este punto, no se debe olvidar que cualquier bloque dominante entra en crisis cuando no se abre a alianzas y que es entonces cuando empieza a debilitarse. A partir de aquí, si las clases populares se dan cuenta de esta debilidad, pueden aprovecharla para invertir el orden hegemónico. Eso fue lo que pasó en el Estado Español cuando triunfó la II República”.

Construir para reconocer

Tomando el testigo que Arana había puesto sobre la mesa, Carmelo Suárez, secretario general del PCPE, comenzó su intervención diciendo que “la II República fue la última oportunidad que tuvo el Estado Español para construir un proyecto nacional. En ese momento todas las fuerzas de la reacción, los caciques, los oligarcas.., son derrotados por los sectores populares y progresistas , que llevaban tiempo en dicha batalla. Pero es que, además –puntualizó- la República hizo posible que se alcanzara un nivel de conciencia que permitió la articulación de un proyecto nacional en torno a un eje político y económico de progreso”.

La fractura que supuso el golpe de Estado de Franco también fue esbozada por el dirigente comunista, que habló del grado de violencia ejercido por la dictadura contra las clases populares. “Esa dictadura –dijo-, después de transformarse en monarquía parlamentaria, y, usando los mecanismos de consenso arbitrados durante la transición, continúa con la misma política de ocultación de la realidad nacional. La única excepción es la de Euskadi, donde hubo una izquierda que siguió en la lucha, política y armada, de reivindicar sus derechos nacionales. Esa transición, por cierto, es la que consigue el equilibrio de fuerzas, que, a su vez, hace a la oligarquía perpetuarse como clase dominante”.

En el segundo tramo de su disertación, Carmelo Suárez apuntó que, a partir de dichos anclajes, el proceso de acumulación del capitalismo, en el Estado Español, se había multiplicado de forma geométrica y que ese fenómeno no había sido obra sólo de la derecha, sino que también había contado con el apoyo de la socialdemocracia y de los sindicatos mayoritarios. Citando un ejemplo, Suárez aludió a que “en los dos años del Gobierno Zapatero, la transferencia de la renta del trabajo a la renta del capital había alcanzado el 1% del Producto Interior Bruto (PIB)”.

Frente a esto y como propuestas definitorias de la orientación de su partido, Suárez centró el análisis en la labor desarrollada por el PCPE con el objetivo de revertir el proceso de concentración del capital y llevar al triunfo un proyecto para las clases populares.

“Las datos que hablan de un 25% de pobres entre la población del Estado, de un 34% de trabajadores y trabajadoras afectados por la temporalidad, de diez años de congelación salarial (si se cotejan las subidas de los sueldos con las del IPC), o de pactos entre el Gobierno y otras fuerzas políticas mayoritarias para reproducir, cada vez más, el capital financiero, no esconden que, en medio de todo esto, el proyecto nacional sigue pendiente. Si se quiere articular un modelo de Estado para las clases populares hay que construir un proyecto nacional en el que esas clases se reconozcan porque, al fin y al cabo, sus problemas se gestaron en el marco de un Estado ficticio donde la realidad nacional nunca se abordó”.

En este sentido y avanzando el perfil de la República Confederal Socialista, planteada por el PCPE, su secretario general señaló que es “un proyecto dirigido a superar los elementos que retrasan el desarrollo de las clases populares. Un proyecto donde la realidad nacional iba a estar formada por un conjunto de pueblos libres y soberanos, y donde cada uno de ellos decidiría su grado de implicación. Para configurar esta realidad tendría que partirse de un período constituyente (posterior siempre a la derogación de la actual Constitución) en el que los distintos pueblos del Estado decidieran la fórmula de unirse a la construcción de dicho proyecto. Entendemos que esa es la manera óptima en que, desde la articulación de un modelo de Estado para todos, se darían los pasos más firmes en el camino hacia el socialismo”.

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