Manifiesto 25 N Día contra las Violencias hacia las mujeres

Manifiesto 25 N Día contra las Violencias hacia las mujeres

16/11/2022

MANIFIESTO DEL CONSEJO SECTORIAL DE IGUALDAD DE LEGANES – 25N, DIA CONTRA LAS VIOLENCIAS HACIA LAS MUJERES –

Sabemos que este manifiesto no es como el resto de los manifiestos que se leen hoy. Es fruto de nuestro particular modo de ver cómo nos sentimos hoy las mujeres. Esperamos que también del vuestro.

“Es tarde. Camino apresurada. Miro al reloj con preocupación y suspiro; estoy ya cerca de casa. La luz de las farolas apenas ilumina las sombras que los árboles del parque proyectan sobre la acera. Entre los susurros de la brisa en las hojas, escucho unos pasos sordos tras los míos. Sin atreverme a volver la vista, saco el móvil y simulo conversar con alguien. Acelero el ritmo mientras cambio de acera.”

Violencia machista cotidiana: ¿no la ves?

“Vivo a las afueras. Una bonita urbanización rodeada por un colegio público y un jardín. Mi hija estudia en horario de tarde. Llega a casa sobre las 10 de la noche. Cojo el coche y, como casi todas las noches, me acerco a por ella. Tras dejarla en el portal me apresuro a buscar la plaza de aparcamiento que dejé hace unos minutos con la esperanza de que siga libre. 350 metros. Es la distancia que separa mi casa de la estación. Es la distancia de la vergüenza.”

Violencia machista cotidiana: ¿no la ves?

“El móvil vibra de nuevo. Dejo a un lado el libro mientras consulto los últimos mensajes. Sonrío al contemplarme a mí misma junto a mis amigas tras la pancarta que con el mensaje «Igualdad ya» portábamos, orgullosas, el último 8 de marzo. 17 corazones, 25 pulgares arriba y un puñado de mensajes halagadores. Entre ellos destaca el grosero dibujo de un dedo corazón enhiesto sobre un apelativo:  feminazis». Una lágrima se desliza silenciosa sobre mi mejilla.”

Violencia machista cotidiana: ¿no la ves?

“Tras una ducha rápida hago la cama. Preparo el desayuno mientras él lee las noticias en la tablet. Llevo a los niños al colegio; afortunadamente comen allí. Corro al trabajo; jornada reducida, no hay tiempo para más. Llego a casa y cocino algo rápido para los dos. «No está nunca la comida a su hora», me dice. Suspiro. Preparo el café a mi marido. Mientras lo toma, programo la lavadora y el lavavajillas. Le pido que, de vuelta al trabajo, me acerque al super a hacer la compra. Arrastro el carro a duras penas: ¡espero no haber olvidado nada! Hago la cena. Mientras, intento imaginar en mi cabeza el menú para mañana. Ceno rápido: hay que acostar a los niños. A duras penas rememoro un cuento esperando que les venza el sueño. Él me espera impaciente en el sofá, frente a la pantalla. Los ojos se me cierran; mi marido me
lanza puyas porque nunca aguanto un solo episodio completo de esa serie que tanto nos gusta. Caigo rendida, agotada, en la cama. Sueño que mi hija disfrutará algún día de esa bella palabra: corresponsabilidad.”

Violencia machista cotidiana: ¿no la ves?

Todas y todos reconocemos estas situaciones. Y no hacemos mucho para cambiarlo. Esa falta de acción directa conlleva, implícitamente, que aceptamos la Violencia Machista en el ámbito privado, esa violencia “invisible”, como una lacra social “aceptable”. Y contra sensación nos rebelamos. El pasado año nos manifestábamos “hartas”. Este año nos manifestamos con una denuncia obvia, buscando remover conciencias:

“Violencia machista cotidiana, ¿no la ves?”

A mujeres y hombres nos es difícil reconocer nuestras carencias. Carencias que manifestamos, también, a través de nuestra voz. Consentimos así nuestra invisibilización, la de las mujeres, bajo una argumentación basada en la economía del lenguaje.

Pero el uso de un lenguaje inclusivo no es suficiente. En 2016 el periodista Jose Ma Calleja alertó de las enormes deficiencias en la redacción y difusión de información sobre la violencia machista: «(..) la información debe ser proporcionada a la gravedad del problema, y este es un problema muy grave. No hay el mismo despliegue informativo con los asesinatos de mujeres que el que se produciría si asesinaran a 60 jueces, a 60 policías, y no digamos a 60 futbolistas.»
Desde 2003 ha habido más muertes de mujeres a mano de sus parejas o exparejas (1.171), que muertos a manos de ETA en toda su historia. 38 asesinadas ya en lo que llevamos de año.

“Violencia machista cotidiana, ¿no la ves?”

Consentimos y hasta participamos de forma inconsciente en la perpetuación de los roles sexistas en la educación de nuestros hijos. Seguimos contándoles historias de princesas encantadas y príncipes encantadores, perpetuando el mito del amor romántico.

“Violencia machista cotidiana, ¿no la ves?”

La inmensa mayoría de la sociedad continúa aceptando que los cuidados son “cosas de mujeres”. Paralelamente desdeñamos las necesidades de las cuidadoras.

“Violencia machista cotidiana, ¿no la ves?”

Hemos llegado a admitir tácitamente la prostitución como “trabajo”, bajo la premisa de la defensa de la libertad de elección del exiguo porcentaje de mujeres que no son directamente víctimas de trata. Deliberadamente ignoramos la explotación económica que sufren, y la penuria y violencias que casi siempre conllevan.

La misma penuria y las mismas violencias que impulsan los movimientos migratorios y que alimentan la industria de los vientres de alquiler. Una industria tan boyante que, aun hoy, continúa ofreciendo impúdicamente sus servicios. A la consabida explotación que sufren como trofeo o rehenes sin derecho alguno en medio de una terrible guerra, hay que añadir la de las empresas sin escrúpulos. Además, con la promoción añadida de una rebaja en los días de espera en la estancia en el país hasta recibir el hijo “contratado”. No, NO SOMOS VASIJAS.

“Violencia machista cotidiana, ¿no la ves?”

Presenciamos en nuestro entorno un panorama desolador: asistimos a concentraciones por las víctimas de violencia machista a la vez que seguimos observando casos de pertinaz reincidencia tanto en las amenazas como en el acoso a las mujeres. Casi 13.500 denuncias por Violencia de Género en Madrid y más de 87.500 en España sólo este año: la justicia debe pronunciarse de forma mucho más firme ante estos hechos.

No podemos acabar este manifiesto sin hacer referencia a las violencias que sufren las mujeres mas allá de nuestras fronteras. Desde aquí declaramos nuestro reconocimiento a las mujeres que protagonizan la lucha de todas nosotras por nuestros derechos, oprimidas por regímenes autoritarios y muchas veces amparadas en las depravadas elucubraciones intelectuales de los líderes religiosos extremistas.

¡Vuestra lucha es nuestra lucha!
“Violencia machista cotidiana, ¿no la ves?”

 

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