«No importa que no enseñe los ríos, me preocupan los valores»

Maestra y una de las fundadoras de El Salvador, Marisol Carrasco se jubila pero no abandona las aulas.

gentedigital.es/Patricia Reguero Ríos

Su abuela quiso que fuera maestra, y Marisol Carrasco oyó el consejo. Luego el destino (y un novio, hoy su marido) la trajo a Leganés y ella hizo por quedarse. Junto a otros maestros, fundó un pequeño colegio en la entonces travesía del Generalísimo. Hoy la travesía se llama calle Ártico, pero el colegio El Salvador, que es una cooperativa de maestros, está en la calle San Vicente. Tienen 700 alumnos, a los que Marisol dice adiós. Cumple 65 y, a su pesar, se jubila.

Tu familia celebró el sábado una fiesta por tu trayectoria. ¿Cómo fue el principio?

Empecé en Vallecas, donde conocí a mi marido, que también es maestro. Él pensó poner un colegio aquí. Empezamos a venir a las fiestas para que nos conocieran, y nos salieron seis alumnos del barrio de El Candil, donde todo eran huertas. Los padres nos dijeron: «si ustedes vienen a por ellos, van». En el primer curso tuvimos doce alumnos.

¿Cómo se llega de una academia en un bajo a un colegio de 700 alumnos?

Los alumnos fueron en aumento, tuvimos un segundo local que también se nos quedó pequeño. Entonces el alcalde y los concejales dijeron que nos cedían el terreno si hacíamos un colegio. Así empezamos. En el 78 mi marido no podía con los gastos y tuvimos que hacer una cooperativa.

¿Qué valoras de tu profesión?

Me preocupa mucho el ser humano, más que los conocimientos que pueda yo transmitir. No importa que no os enseñe los ríos de España, al año que viene os lo enseñará otro profesor.

¿Cuáles son los pilares del colegio El Salvador?

Los valores humanos, de responsabilidad, la escucha con los padres, la cercanía

¿Te sucede alguien?

Me sucede mi hija. Es estupenda para la enseñanza y ahora mi puesto de cooperativista se lo he dejado.

¿Qué vas a hacer ahora?

Quiero hacer teatro, que me encanta, ser monitora de cuenta cuentos, tengo alumnas de alfabetización. He dejado en el camino muchas cosas por falta de tiempo y, si Dios me da salud, tengo mucha ilusión.