La desafección

26/04/2010

La ciudadanía viene mostrándose cada día, más y más alejada de los políticos. Decimos de los políticos, no de la política. El incremento de la abstención no es un abandono ni la dejadez de la responsabilidad política, es una forma razonada y decidida de demostrar el rechazo a una casta de políticos profesionalizados, que no dan soluciones a los problemas de los ciudadanos.


Asociacion de Vecinos Vientos del Pueblo
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LA DESAFECCION

La ciudadanía viene mostrándose cada día, más y más alejada de los políticos. Decimos de los políticos, no de la política. El incremento de la abstención no es un abandono ni la dejadez de la responsabilidad política, es una forma razonada y decidida de demostrar el rechazo a una casta de políticos profesionalizados, que no dan soluciones a los problemas de los ciudadanos.
Desafección, desapego y distanciamiento de los políticos y de las organizaciones políticas, los partidos y sindicatos, núcleos cerrados en los que se cuece la defensa de intereses personales, del interés económico y por lo tanto la corrupción.

Cuando hablamos de organizaciones políticas, hablamos no sólo de los partidos, sino también de los sindicatos. Organizaciones que han ido copiando todo lo malo de los partidos políticos. En unos casos porque el trasiego de cargos de una a otra organización ha sido constante. Cargos que han convertido a los partidos y a los sindicatos en su medio de vida, por lo que su único objetivo personal es la permanencia en esos puestos, por sus intereses personales y no por la defensa de unos valores éticos o morales.

Los intereses personales de esa casta de político-sindicalistas es el cemento que une a estos individuos, que tiende a perpetuarse en los puestos de representación, puestos que consideran de su particular propiedad, y desde los cuales ejercen su despotismo y nepotismo en muchos casos. El abandono de los sindicatos y sindicalistas, no del sindicalismo, por parte de los trabajadores, es el abandono de una casta de sindicalistas que se han adocenado en sus privilegios y prebendas, y en los que los trabajadores no se sienten representados, ni los ven como los representantes que han de defender sus intereses.
El peligro que corremos es la generalización en las valoraciones negativas que los ciudadanos hacemos de nuestros representantes. Es un colectivo tan grande, que hay de todo, como en todas partes. Afirmar que todos son corruptos es mentira.

Los ejemplos que vemos no ayudan a generar confianza. El paso de políticos a sindicalistas, y más de sindicalistas a políticos, y de todos a fundaciones que les sirven para darse una acogida y retiro cómodos y bien remunerados, lo vemos a diario. Estas actuaciones hacen que estemos perdiendo valores esenciales para la vida en comunidad. Al abandonar los ciudadanos a los políticos y a sus organizaciones no democráticas, perdemos a la democracia. Porque la otra posibilidad son los autoritarismos y las dictaduras. Perdemos el medio de organizar nuestra convivencia como ciudadanos. Tenemos que defender a la política de los políticos. Tenemos que defender al sindicalismo frente a los sindicatos y a los sindicalistas. Por nuestro propio interés necesitamos al sindicalismo, como herramienta de defensa frente al mercado y a los dueños del mercado.

El rechazo a estas organizaciones políticas y a sus «propietarios», existe y es necesario.

La defensa de nuestras normas de convivencia está en nuestras manos y en los representantes que elijamos.

LO QUE FALTA ES HONRADEZ

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