El imaginario colectivo sobre Japón incluye tópicos muy variados pero a muchas personas les sorprende descubrir que en Japón sigue vigente la pena de muerte y que es –junto con Estados Unidos- uno de los dos países altamente industrializados que mantienen y aplican este castigo.
Esta práctica se ha venido repitiendo de forma ininterrumpida durante los últimos cinco años. En 2008 fueron ahorcadas al menos 15 personas, mientras que en 2009 ya se han registrado siete ejecuciones. Si el homicidio premeditado y a sangre frÃa a manos del Estado es un hecho terrible, más lo es cuando entre las vÃctimas se encuentran personas con enfermedades mentales.
En ocasiones, la enfermedad ya existÃa antes del delito y, al no haber sido tratada de forma adecuada, puede incidir en la comisión del mismo. En muchos otros casos la enfermedad se desarrolla en la cárcel debido a las duras condiciones de reclusión, ya que los reos viven en un estricto régimen de aislamiento, y a que las personas condenadas a muerte desconocen el momento de su posible ejecución. Cada dÃa se despiertan sin saber si será el último y esta situación se puede prolongar durante años e incluso décadas.
La ejecución de personas que padecen enfermedades mentales es un acto cruel, inhumano y degradante. Es el momento de presionar al nuevo Gobierno de Japón, como propone AmnistÃa Internacional, para que ponga fin a esta práctica y que éste sea el primer paso hacia la abolición total de la pena de muerte en el paÃs asiático.
Madrid
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