Las mujeres activistas, amenazadas por partida doble

11/03/2009

Nueva ciberacción en www.actuaconamnistia.org para proteger a las defensoras de derechos humanos en Afganistán.


Leganés.- Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, Amnistía Internacional denuncia el doble peligro al que se enfrentan las mujeres que luchan por la igualdad y el fin de la discriminación: están en situación de riesgo por defender los derechos humanos y por el hecho de ser mujeres. En todo el mundo, las mujeres se han organizado para denunciar y combatir la violencia de género y otras violaciones de derechos humanos, así como la impunidad que rodea a estos abusos. Y en muchas partes del mundo, las mujeres han sentado los cimientos del movimiento de derechos humanos.

Como madres, hermanas, hijas, esposas, compañeras y activistas, encabezan la afirmación de sus derechos y de los derechos de sindicalistas, pueblos indígenas y minorías étnicas, religiosas y sexuales. Apoyan a incontables víctimas de abusos y a sus familiares en su demanda de justicia, y han liderado proyectos dedicados a ayudar a otras mujeres, víctimas de abusos sexuales, y a obtener reparación legal. Como víctimas de abusos contra los derechos humanos, han declarado en procesos judiciales contra los autores de esos abusos. Como sindicalistas, han defendido los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Como profesionales de la abogacía, han trabajado activamente por el resarcimiento de las víctimas de abusos y para combatir la impunidad, y también han organizado y participado en campañas por los derechos de las personas que defienden los derechos humanos.

Estas mujeres desempeñan un importante papel como motores del cambio social y del progreso hacia la igualdad, pero a menudo se convierten en blanco por defender los derechos de las mujeres. Permanecer en primera línea a menudo las convierte en víctimas.

Es el caso de Zakia Zaki, directora de Radio Peace en la provincia de Parwan, en Afganistán, conocida por sus denuncias contra los caudillos militares. En 2007 fue abatida a tiros mientras dormía junto a sus dos hijos. Zaki había recibido varias amenazas de muerte por criticar a los caudillos locales y a los talibanes. Hasta la fecha nadie ha comparecido ante la justicia por este crimen.

Rita Mahato es otro ejemplo. Tiene 30 años y es consejera de salud en el Centro de Rehabilitación de Mujeres (WOREC) en Nepal, organización que defiende los derechos de las mujeres y de los dalit (intocables, colectivo más vulnerable de India). En junio de 2007, unos hombres de su comunidad que se oponían a la labor del Centro atacaron la oficina de Siraha y amenazaron a Rita Mahato con violarla y matarla. La policía no investigó el incidente y Rita siguió recibiendo amenazas de muerte durante todo el 2008. O Ronak Safarzadeh, Zeynab Beyezidi y Alieh Aghdam-Doust, tres mujeres iraníes detenidas por ser activistas de la Campaña por la Igualdad y condenadas a varios años de prisión por manifestarse de manera pacífica en contra de la discriminación y la desigualdad de las mujeres en Irán.

Amnistía Internacional reclama una vez más a los Estados que garanticen los mecanismos de protección más apropiados y eficaces para todas las mujeres. La legislación internacional responsabiliza a los Gobiernos de todo el mundo de las violaciones de derechos humanos cometidas tanto por agentes estatales como por particulares. Y esta responsabilidad debe incluir la prevención, investigación y sanción de la violencia, así como la reparación a las víctimas. Asimismo, los Gobiernos deben garantizar la seguridad de las defensoras de derechos humanos para que puedan seguir desarrollando su trabajo a favor de los derechos de las mujeres.

Una historia de conquistas
En los últimos cien años, los derechos de las mujeres han avanzado gracias a varias conquistas. Se han establecido y promulgado acuerdos internacionales legalmente vinculantes para proteger y promover sus derechos. En muchos países, las mujeres participan activamente en el sistema político y existe un progreso significativo hacia la igualdad en los ámbitos educativo y económico.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Millones de mujeres y niñas en el mundo siguen siendo víctimas de violencia por razón de género. Se calcula que una de cada tres mujeres en el mundo es golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales o sometida a algún otro tipo de abuso a lo largo de su vida. La violencia y la discriminación las priva de independencia y del disfrute de derechos humanos: son las más afectadas por la pobreza, la degradación medioambiental y las enfermedades. A menudo las tradiciones culturales y religiosas las convierten en víctimas de violaciones de derechos humanos o son violadas, secuestradas, mutiladas, esclavizadas sexualmente o utilizadas como combatientes en los conflictos armados.

Afganistán: defensoras en el punto de mira
Las mujeres y niñas afganas siguen sufriendo violencia en el ámbito familiar, secuestros y violaciones a manos de individuos armados, trata, matrimonios forzados y precoces con niñas cada vez más jóvenes, y son moneda de cambio en disputas y deudas.

Un reducido número de defensoras se atreven a cuestionar las duras condiciones que soportan las mujeres y a promover sus derechos. Denuncian abusos, dirigen centros de acogida para mujeres en peligro, sensibilizan sobre los matrimonios forzados y organizan programas educativos y servicios de planificación familiar.

Por este trabajo, sufren amenazas de muerte, intentos de secuestro y agresiones físicas, incluidos ataques con ácido. Los responsables son poderosos miembros de la sociedad, funcionarios del Gobierno o aliados de los talibanes y miembros de otras fuerzas antigubernamentales. Algunas defensoras han tenido que huir del país. Otras han perdido la vida por atreverse a alzar la voz.

La falta de voluntad política y la discriminación contra las mujeres en los sistemas de justicia formal e informal refuerzan la impunidad en Afganistán y consolidan las actitudes, culturas y prácticas abusivas que reprimen los derechos de las mujeres. La policía, los tribunales y las jirgas locales (consejos tribales) no atienden casi nunca las denuncias y rara vez se pone a disposición judicial a quienes agreden o violan los derechos de las mujeres.

Para denunciar esta situación, Amnistía Internacional lanza hoy una nueva ciberacción en la web www.actuaconamnistia.org. La organización quiere recoger firmas para pedir al presidente de Afganistán que respalde el trabajo de las defensoras de los derechos humanos, que adopte medidas que garanticen que las mujeres puedan llevar a cabo esta labor sin temor a sufrir violencia ni intimidación y que los responsables de dichos abusos rindan cuentas ante la justicia cuanto antes.

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