Paseando por la carretera de Alcorcón, añorando las huertas donde me crié y se me vino este antiverso, al ver que nada es como era y yo seguía soñando con el paso de los muchos años a la espalda de viejo leganense, un abrazo a todos.
VEREDA:
Vereda que recorri,
entre coles de las huertas,
del Moñito y el Magano,
del Badanas y,
de los «locos» Campuzanos,
entre árboles y malacates,
con la comida del padre,
con el cestillo en la mano.
Vereda que recorrÃ,
en los años miy lejanos,
entre lechugas y puerros,
tomates, pepinos, y,
los mas hermosos rábanos,
con melones y dandias,
y sembrados de garbanzos,
vestido y sin camisa,
con abarcas ó descalzo,
lloviese ó granizase,
en invierno ó verano.
vereda que recorrÃ,
de niño,
¡Siempre cantando!
persiguiendo mariposas,
buscando el silencioso pasar,
de los rápidos lagartos,
robando nueces al nogal,
de los Moñitos,
higos, a los Badanas y Maganos,
melocotones y albaricoques,
a los «locos» Campuzanos,
al llegar al «Pozo del Agua»
yo, estaba ya, alimentado.
Vereda que recorrÃ,
de niño ¡Te he añorado!
hoy te he vuelto a recorrer,
de mayor, acongojado,
ya no hay coles, ni lechugas,
ni tomates, ni pepinos,
mariposas, ni lagartos.
Hoy te he vuelto a recorrer,
¡Vereda de mis encantos!
¡Adios nogal de los Moñitos,
higueras de los Maganos,
de los Badanas y, albaricoques
de los «locos» Campuzanos,
ya no matamos el hambre,
los chicos en el verano.
hoy te he vuelto a recorrer,
vereda de mi niñez ¡He llorado!
recordando tus recodos,
hoy, por la maleza tapados,
con la garganta hecha un nudo,
con lágrimas en los ojos,
buscando las mariposas,
y el correr de los lagartos.
Vereda que recorrÃ,
de niño ¡Siempre cantando!
solo montones de escombro,
ortigas, abrojos y cardos,
ya no encontré el «Pozo del Agua»,
¡Ni las huertas! del Moñito,
del Badanas, ni Maganos,
ni comeré albaricoques,
de los «locos» Campuzanos.
Sólo ruina y abandono,
salió al encuentro a mi paso,
no encontré, al recorres la vereda,
le belleza de los campos,
el canto de los cuclillos,
ni mariposas, ni pájaros,
ni pude beber ni agua,
de los pozos, hoy cegados,
ni disfrutar de las sombras,
de higueras, nobales, ni álamos,
vereda que recorrÃ, de niño,
¡Siempre cantando!.
Prieto 28-8-98