José Hernández pinta dos murales de 77 metros cuadrados para Leganés

22/06/2008

Desde hace más de un año trabaja en la realización de dos grandes murales para el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Leganés. Al óleo y con la minuciosidad que caracteriza su obra, ha pintado 77 metros cuadrados para plasmar una alegoría de la ciudad por la que transitan imágenes reales y elementos fantasiosos que apelan directamente a la imaginación del espectador.


En la tranquilidad de los campos de Villanueva del Rosario, el pintor José Hernández -malagueño de adopción desde hace casi tres décadas- se ha sumergido en un nuevo reto. Desde hace más de un año trabaja en la realización de dos grandes murales para el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Leganés. Al óleo y con la minuciosidad que caracteriza su obra, ha pintado 77 metros cuadrados para plasmar una alegoría de la ciudad por la que transitan imágenes reales y elementos fantasiosos que apelan directamente a la imaginación del espectador. El próximo viernes se presentará en un antiguo granero del municipio malagueño esta monumental obra, que tras unos pocos días de exposición para que la conozcan sus vecinos, viajará a su destino definitivo.

José Hernández ya había expuesto en varias ocasiones en la localidad madrileña y una de sus esculturas forma parte del gran museo urbano al aire libre que está creando el Consistorio de la ciudad. Su vinculación con Leganés le valió el encargo. «Son dos murales enfrentados que cuentan la misma historia pero en dos partes», comenta José Hernández. «Yo soy moderado en los formatos y esto ha sido un reto», añade el pintor que ha trabajado en dos superficies de 3,5 metros de altura por 11 de largo.

En estos días, junto a sus dos ayudantes, da los últimos toques a esta producción titánica que «sobrecogió» al pintor cuando vio las dimensiones reales del cuadro. «Pero no arriesgar es un riesgo en sí mismo, el artista ha de estar en un riesgo permanente», considera Hernández, que estuvo unos seis meses trabajando en los bocetos de la pieza. Cuando ya tenía clara la idea, inició la labor de trasladarlo a sus medidas reales. «Los bocetos son una referencia, uno se promete fidelidad, pero el cuadro te va exigiendo una serie de cosas que antes no eran necesarias», sostiene el autor. El público también podrá ver este proceso creativo, ya que se van a exponer los apuntes y las fotografías del desarrollo de la obra.

Cuando Hernández emprendió el proyecto se lo planteó como cualquier otro cuadro y optó por el óleo «que quizás no es el material más adecuado» para este tipo de obra, reconoce el autor. Sin embargo, quiso ser absolutamente fiel a su forma de trabajar, a su propio imaginario, sin sacrificar el detalle, con lo que «hemos beneficiado al cuadro», opina.

En cuanto a la temática, «me dieron todo tipo de libertad para hacer lo que quisiera», afirma el autor. Pero Hernández quiso reflejar algunas imágenes que recuerdan determinados puntos de la ciudad, arquitecturas reconocibles que utiliza como un escenario al que invita a entrar a los propios espectadores. «Debido a mi interés por el teatro, he realizado como una superposición de telones con figuras que dan la impresión de estar en un escenario», matiza Hernández, que presenta su obra como un lugar desde el que ver historias sugeridas que, aunque caminan con independencia, están relacionadas entre sí, son «una serie de guiños y juegos».

Esta gran pieza «tiene bastante color para mi estilo, era una pequeña parte de ese reto, retornar al color», asegura Hernández, que apuesta por otorgar una atmósfera envolvente «sea lo que sea lo que represente». Como su pueblo, Villanueva del Rosario, está siempre muy pendiente de su artista, serán sus habitantes los primeros en juzgar el trabajo de este creador tan sincero consigo mismo que nunca ha buscado el beneplácito popular.

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