«Porque sabemos que nunca se deja de aprender».

12/04/2007

La Delegación de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Leganés, en su colaboración en el proyecto de la Universidad Complutense de Madrid con el equipo de la Facultad de Psicología dirigido por Mª José Díaz Aguado, desarrolla un proyecto como parte del estudio piloto del Observatorio Estatal de la Convivencia que ha puesto en marcha el Ministerio de Educación y Ciencia.

Un grupo de madres de chicos adolescentes hemos estado reuniéndonos para compartir nuestras vivencias y la visión que tenemos de nuestros hijos.


Sorprende comprobar cómo habíamos perdido perspectiva: nuestros hijos han crecido poco a poco. Inmersas en ese día a día, y aunque nunca hemos olvidado nuestra obligación de cuidarlos y ayudarles a crecer hasta que lleguen a ser independientes, hemos aprendido con nuestras charlas en el grupo a tomar distancia; a reencontrar a nuestros hijos, a re-conocerlos no solo en lo físico, sino también en lo psico-social, muchas veces recordando nuestra propia adolescencia.

Sin embargo, entonces estábamos supeditadas a un modelo de autoridad sin posibilidad de cuestionamiento, un modelo de “yo mando, tú obedeces” que hoy no es válido, como tampoco lo es un “dejar hacer”, sin más, que no ayuda a crecer al adolescente ni a nosotras. Porque nosotras también crecemos y, a ciertas edades, también nuestras hormonas se transforman en esa coctelera de nuestro cuerpo. Ellos necesitan un marco, una valla que les marque el terreno seguro, dentro del que moverse con libertad más o menos vigilada. Y esa valla y esa vigilancia, corren de nuestra cuenta.

Pero no podemos ser perfectas. En contra de lo que parece exigírsenos como madres y como mujeres, no todo lo hacemos bien, a pesar de estar, a ojos de los padres de nuestros hijos, preparadas para ello. Hemos aprendido a aceptar que no todo corre de nuestra cuenta, que el mundo es grande y heterogéneo, que hay otras opiniones, otros criterios, otras formas de ver las cosas, otras influencias difícilmente controlables y también a legalizar nuestros errores, a no juzgarnos demasiado. A salir de alguna de nuestras reuniones con una especie de sensación de mal cuerpo, de remover sentimientos antes de enfrentarnos a ellos y comprendernos, también a nosotras mismas, mejor.

Ese es uno de los motivos por los que nos hemos estado reuniendo: un día nos dimos cuenta de que nos quedaba mucho por aprender, estrategias que nos saquen de conflictos diarios como el que no recojan su habitación, sin que se llegue a la batalla campal; hemos comprendido que cuando tiran un vaso, simplemente, es porque su brazo es hoy un poco más largo que ayer, y que tienen miedo. Como nosotras. El miedo es libre, y la vida de adulto es un lugar desconocido, un país exótico que atrae y asusta al mismo tiempo, que no puede conocerse con seguridad si no hay un guía. El folleto que nos venden los medios de comunicación es, como casi todos los folletos, sectario y exagerado en muchos casos.

Es un proceso en espiral; como un pasodoble. Pero debemos confiar en que lo superará con las herramientas que somos capaces de ofrecerle; que encontrará su sitio en ese país exótico cuando, después de echarnos mil pulsos, sepa quién es realmente y hacia dónde mira. Para ello, ha de atravesar un proceso de duelo, de despedida de un mundo infantil: unos amigos infantiles, unos padres que tienen todas las respuestas y solucionan todos los problemas infantiles, un cuerpo infantil. A veces olvidamos que si están perdidos, es porque nadie les explica ciertas cosas; nadie les avisa de ciertos cambios que, ineludiblemente, se presentarán en su vida. Ni si quiera el tener toda la información evita el cambio, pero es posible que, teniéndola, ese cambio nos sorprenda menos a todos.

Pero aún nos queda mucho sobre lo que reflexionar. De ahí que sigamos trabajando. Continuaremos hablando, esta vez con adolescentes y profesores que tanto tienen que decir en este proceso. Además, intentaremos, mediante un trabajo de campo, traducir en situaciones reales y cotidianas toda la información sobre la que hemos reflexionado.

El hecho de que nos planteáramos involucrarnos en este proyecto significa, como mínimo, que en alguna medida es cierto aquello de que nosotras estamos preparadas: porque sabemos que nunca se deja de aprender.

Sin comentarios hasta ahora

Saltar a una conversación

No hay comentarios aún!

Puedes ser tú quien inicie una conversación .

Deja un comentario