M. Rigueiro y C. Pulido: «Hay quien pretende apoyarse en nosotros»

25/08/2005

El exterior de la Sagrada Familia de Barcelona acoge este particular nacimiento viviente, ganador del premio al mejor estatismo en el Concurso de Estatuas Humanas de Leganés.


La apuesta de Leganés por la escultura dio un paso más hace cuatro años, cuando el arte se extendió a las personas de carne y hueso: había nacido el Concurso Internacional de Estatuas Humanas, el «único concurso puro de este estilo en todo el país» que le consta al área de Festejos, y que premia el vestuario, el movimiento -tras una moneda- y el estatismo. Este último ha recaído en el matrimonio formado por Marcela Rigueiro y Carlos Pulido.

 Â¿Cómo «se hicieron» estatuas?

 (Carlos) Ambos estudiamos Arte Dramático en Buenos Aires, donde hacíamos teatro y mimo. Hace tres años nos vinimos a Barcelona y nos empezamos a dedicar a ello, nos gusta.

 Â¿Varían de personaje?

 No, al llegar ideamos este montaje del nacimiento pensando en la Sagrada Familia, donde lo representamos.

 Â¿Consideran que siguen ejerciendo de actores?

 Sí, esto también es una labor actoral, aunque muchos piensen que basta con quedarse quieto: tiene mucho trabajo expresivo, de trato con la gente o de percepción.

 Â¿Cuál es la rutina de una estatua?

 Nuestra jornada es de unas, tres o cuatro horas, ¡se agradece una moneda porque varías de posición! Eso sin contar con la caracterización, de unos tres cuartos de hora antes y después.

 Â¿Se siguen sorprendiendo los vecinos cuando les ven salir así de casa?

 Nos solemos caracterizar en el sitio de trabajo, así nos metemos en el personaje y empezamos a despertar la curiosidad de los viandantes.

 Supongo que el premio al mejor estatismo es el más valorado…

 Para nosotros sí, porque es el que prima lo que hacemos: lograr la ilusión de que la gente crea que somos estatuas.

 Â¿Se vive bien como estatua?

 Hay días y días, épocas… depende, aunque se puede vivir de ello porque nosotros lo hacemos, aunque cuando van las cosas bien conviene guardar.

 Â¿Lo mejor y lo peor de su trabajo?

 Lo peor son las inclemencias del tiempo; lo más bonito es cuando un niño cree que realmente eres una estatua, y su sorpresa al moverte.

 No le faltarán anécdotas…

 No, la verdad. Una niña creía que éramos extraterrestres pese a su tranquilidad. También hay adultos que se sorprenden, y hay quien viene hablando y pretende apoyarse en nosotros.

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