Los mejores embajadores del Sáhara visitan la ciudad

15/07/2005

Un año más el municipio acoge durante los meses de julio y agosto a una treintena de niños saharauis procedentes de los campos de refugiados de Lagüera. Disfrutarán de unas merecidas vacaciones acogidas por familias torrejoneras y se someterán a reconocimientos médicos para paliar las inclemencias de la vida en el desierto.


Los mejores embajadores del Sáhara son los niños y niñas de entre 7 y 12 años que cada verano son acogidos por familias leganenses. Este año han llegado 32 chavales que fueron recibidos el martes 5 de julio en el salón de plenos por el alcalde socialista, José Luis Pérez Ráez; y la concejala de Cooperación, de IU, Carmen González, además de contar con la presencia del delegado del Frente Polisario (gobierno en el exilio) en la Comunidad de Madrid, Abdula Arabi. Pérez Ráez se dirigió a los niños y les dijo que «es una satisfacción recibiros», a la vez que agradeció su labor a las familias que les acogen por ser un «ejemplo de solidaridad hacia el resto de familias españolas».

Igualmente, recordó que ya es el séptimo año que se desarrollan las Vacaciones Tranquilas en la ciudad, «un intercambio de amistad» entre Leganés, hermanado con el campo de refugiados saharauis de Lagüera, y el pueblo saharaui en el exilio.«El pueblo saharaui está donde no debe estar. Debe ser una nación independiente», añadió. Abdulá dio las gracias a las comprometidas familias leganenses que acogen a los pequeños en verano y les hacen olvidar durante 60 días los rigores del desierto argelino. «Esperamos crear un Estado basado en paz, solidaridad, bienestar y democracia», apuntó en referencia al Sahara Occidental invadido por Marruecos en 1975 tras abandonarlo España. «Queremos recuperar nuestra tierra y ejercer el derecho de autodeterminación».

Los chavales disfrutan en el municipio de buena alimentación (sobre todo, pescado, leche y fruta), reconocimientos médicos y de las comodidades europeas. Algunas de las madres durante 2 meses aseguran que los primeros días se los pasan encendiendo y apagando las luces, abriendo y cerrando grifos de agua, subiendo y bajando por las escaleras, y sin parar un momento, tal es su vitalidad.

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