La despedida de Paco Guzmán

13/04/2013

Ayer, once de abril, despedimos sus familiares y amig=s a Paco Guzmán, señero y ejemplar vecino de este pueblo, en el tanatorio del cementerio nuevo de Leganés. Fuimos multitud los asistentes al acto y fuisteis much=s los que tomasteis la palabra para narrarnos vuestro Paco Guzmán en todas y cada una de las aventuras de su vida, desde l=s que compartisteis la escuela con él, el instituto, la facultad de Físicas, la de Humanidades, el Foro De Vida Independiente y la silla de ruedas, el barrio y el pueblo o sus últimos tiempos como investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En la semblanza que sigue, leída durante el acto, sus compañer=s del Colectivo Patrañas resumen la vida de sueños y abrazos compartidos. Saludos a tod=s los que no pudisteis asistir, con el consuelo cierto de poder comunicaros que Paco Guzmán no ha muerto y que legión de amig=s respiramos por él. Sólo queda recordaros a tod=s, si acaso, que podéis leer las últimas cosas que dejó escritas Paco Guzmán en su blog Lágrimas en la lluvia: http://lagrimasenlluvia.wordpress.com/


MI VIDA HA SIDO PERFECTA

“Mi vida ha sido perfecta”, estas fueron, según testigos, las penúltimas palabras de nuestro charlatán Francisco Guzmán Castillo, Paco Guzmán para la mayoría de los que le conocimos, dichas al equipo de médicos del Severo Ochoa, que con dedicación lo han respetado durante estos últimos meses en sus manos. Y aún les dijo más, todo esto unos minutos antes de morir, a las dos menos cuarto de la tarde de ayer: “Lo primero que vi al nacer fueron las caras y las manos de mi madre y de mi padre. Pues bien, eso es lo que quiero ver en el momento de mi muerte. Os ruego, pues, que ahora me dejéis en paz”. Y lo dijo después de agradecerles, (eran por lo menos doce los facultativos allí presentes, que entre él, su madre y la médico internista que lo llevaba, Carmen Romero, habían movilizado a todo el hospital y habían conseguido que todos se desvivieran con él), “os agradezco los cuidados durante estos meses, pero estoy llegando a un punto de mi vida en que ya no os necesito y os ruego, como último cuidado, que me dejéis en paz”. Y le dejaron en paz, y la habitación para él solo y su familia. Y silencio, y las manos y las caras de Paki y de José.

Porque, para resumir a Paco, tampoco ahora mismo puedo saltarme a sus padres. Todos estaréis de acuerdo conmigo en esto: Si Paco ha tenido el privilegio de conquistar la vida y sus placeres, fue porque su padre y su madre creyeron, los primeros, que ese era su derecho.

Pero os recuerdo sus últimas palabras porque poder decir “Mi vida ha sido perfecta” denota mucha benevolencia en quien lo dice, mucho perdón y nada de miedo, ni pizca de miedo, ese pecado que Paco tantas veces confesara, yo creo que por ignorancia: él confundía el miedo con el vértigo, el pecado de los exploradores, que también es pecado. Porque a lo que iba, que hay que estar muy lúcido y ser muy valiente para despedirse de esta vida sin estar cabreado. Y Paco no lo estaba. En el fondo, Paco el lúcido, Paco el crítico, Paco el investigador, Paco el curioso y preguntón, Paco el filósofo no era sino un disfrutador, un vividor, un niño que ha tenido la inmensa fortuna de no dejar de serlo nunca, ni cuando despedía a los médicos ayer y despedía a sus padres, ni cuando leía a Saramago o se acercaba por los cines Renoir a mirar o asistía a clase en la facultad de Físicas o hacía de árbitro en los partidos de fútbol del colegio, que todavía algunos de los aquí presentes recordaréis que sus pitidos siempre fueron la última palabra cuando había un balón en juego.

Repasa uno a Paco y descubre que lo ha sido todo y que ha disfrutado de todas las emociones, lo mismo da en America que en Laponia, Paco abrazó la guía Michelín, buceó en los misterios más intrincados de las Matemáticas o de la Ética, se fajó con mujeres a cuerpo limpio y con hombres a brazo partido, bebió cerveza… vivió muchas vidas, toda su vida, y las vivió a pleno pulmón. Y cuando ya no pudo más, cuando el oxígeno no le alcanzaba por culpa de la neumonía, nos ha dicho adiós con mucha tristeza. Con tristeza, sí, porque había vivido y porque sabía lo que se pierde, porque sabía que esta vida y este momento de la vida, este s. XXI, merecen la pena. En fin, que su tristeza era también un envite, un envite por la vida, su apuesta, su apuesta por esta vida en la que nos quedamos nosotros, sus amigos, sus padres. Porque vivir continúa siendo una inmensa fortuna para todos nosotros y Paco nos lo grita desde su muerte. A todos, Paki, a todos, don José, a todos nosotros: ¡Se puede vivir! ¡¡¡Sí, se puede!!! Gracias, Paco.

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