Elecciones y movilización en Leganés: se abre una nueva etapa, la izquierda tiene todo por reconstruir

29/06/2011

Las elecciones municipales que se celebraron el pasado 22 de mayo lo hicieron en un contexto muy especial, en medio de las mayores movilizaciones que ha visto este país desde hace meses, y con un contenido reivindicativo y unas formas organizativas que superan los cauces de la “normalidad” hasta la fecha establecidos.


Esos cauces hemos sido capaz de romperlos las decenas de miles de personas que dijimos “basta” desde el 15 de mayo: basta de corrupción, basta de precariedad laboral, basta de privatización y deterioro de los servicios públicos, basta de no poder acceder a una vivienda digna, basta de desahucios para pagar los beneficios multimillonarios de la banca, basta de desempleo masivo y crónico, basta de profesionalización de la política, basta de una ley electoral injusta y antidemocrática, basta de que quien realmente detente el poder sea la patronal, basta de chantajes y de dictadura de “los mercados”.

Todas esas personas, principalmente jóvenes, somos conscientes de que la historia no acabó con la victoria electoral de la derecha el 22 de mayo, sino que empezó siete días antes y vamos a intentar que no acabe hasta obtener victorias. Porque victorias es lo que más falta le hace a la clase trabajadora después de un ciclo de retroceso social tan amplio y de estar pagando la crisis del sistema capitalista desde hace más de dos años, con la reforma laboral, el nefasto pacto de las pensiones y ahora el recorte de la negociación colectiva.

En oposición a ello hemos sido partícipes activos del nacimiento de un tejido social nuevo, como no veíamos en Leganés desde hacía años, que con modestia pero con determinación, crece con el tiempo, en cantidad pero sobre todo en calidad: en reivindicación, en programa, en unidad, en acción. En la expansión y fortalecimiento de este movimiento debemos trabajar todas las personas de izquierdas de Leganés comprometidas con el cambio social, independientemente de sí militamos en partidos o no, porque ello será garantía de la recomposición y la convergencia que necesitamos los y las de abajo. Ya somos centenares en comisiones y asambleas, ya fuimos miles en manifestaciones y marchas, debemos ser muchos más en el futuro.

En el caso de nuestra ciudad, desgraciadamente se cumplió el pronóstico que numerosas gentes de la izquierda preveíamos tras criticar los más de diez años de políticas privatizadoras, oscurantistas y prepotentes de PSOE-IU. Una izquierda institucionalizada hasta la médula y alejada de los trabajadores y vecinos es incapaz de parar a la derecha hasta en el terreno de las urnas. La principal derrota de la jornada fue la del PSOE del ya ex alcalde Rafael G. Montoya, un dirigente que pasará a la historia local por despilfarrar el dinero de los vecinos en un coche oficial de 90.000 euros, privatizar la Escuela de Música, su característica chulería en plenos y reuniones o verse implicado judicialmente en numerosos casos de presunta corrupción, por ejemplo a la hora de pagar su propia campaña electoral. Y por ser el candidato de la debacle: la pérdida de más de 9.000 votos y diez puntos porcentuales, quedándose en el 27,7% y 8 concejales, el peor resultado de la historia de una ciudad gobernada por el PSOE desde la Transición, mientras en los resultados de las autonómicas la candidatura del PSOE obtiene seis mil votos más que en las locales.

De la mano de semejante panorama se sitúa Izquierda Unida, co-protagonista de este gobierno local y que mientras, ascendía en todo el Estado y particularmente en todos los municipios limítrofes al nuestro, en Leganés era capaz de perder más de mil votos bajando del 13% al 11,5%. Es el precio a pagar por una evolución política hacia el espacio natural del PSOE, un encerramiento patológico en las instituciones, y ser incapaz de relacionar coherentemente un discurso y una práctica, que sí en Leganés se parecían era mera casualidad.

La principal lección del 22-M en Leganés es que el rumbo político basado en la gestión a toda costa del Ayuntamiento en época de crisis bajo los exclusivos parámetros de lo establecido no sirve ni para hacer políticas de izquierdas, ni para transformar la sociedad, ni para cerrar el paso a la derecha, ni para evitar la mayor derrota electoral de la izquierda tradicional en la historia de nuestra ciudad. Es decir, en última instancia no ha servido ni para mantener lo que se justificaba como “mal menor” o “lo único posible”.

De hecho, el hartazgo generalizado con lo existente ha propiciado que una gran parte de las pérdidas del PSOE hayan ido a parar a Unión por Leganés, que pasa de 1 a 4 concejales ganando siete mil votos más, y, en mucha menor medida, a UPyD, que ha sacado un 4% de los votos. En el caso de ULEG son indudables los motivos de ese voto protesta, tan indudables como los peligros de depositar la confianza en una formación que no se define ideológicamente, que va a ser muleta de la derecha y que es también ambigua en lo programático, como en el caso de las privatizaciones. En cualquier caso, la llegada del PP al gobierno municipal es la peor de las noticias que podíamos recibir el 22 de mayo. A pesar de su nula capacidad de ascenso electoral en un contexto contrario en el resto de la Comunidad de Madrid, que en Leganés sigue en su techo (40% de los votos, 12 concejales), la conformación de un gobierno en minoría de la derecha ultraliberal va a significar una constante amenaza a los servicios públicos, a las condiciones laborales y derechos conquistados de los trabajadores del Ayuntamiento, a la educación pública, a la participación ciudadana o a la libertad de expresión. Una amenaza que ya comprobamos durante la campaña electoral y que pararemos en base a la movilización social.

Se hace por tanto urgente reconstruir una izquierda alternativa, basada en la movilización en la calle, en su participación leal y unitaria en los movimientos sociales, en un programa anticapitalista, en una democracia interna radical, que huye de la profesionalización de la política, y en una orientación política que entiende las instituciones como plataforma de reivindicación y denuncia de los que están en la pelea. Con la otra vía ya conocemos el camino recorrido, es hora de cambiar de rumbo.

Junio de 2011

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