Comunicado sobre China

10/10/2011

8 de octubre de 2011. Madrid/ Las autoridades chinas deben liberar de inmediato a los presos de conciencia Liu Xiaobo y su esposa Liu Xia, ha afirmado hoy Amnistía Internacional, un año después de que el activista encarcelado recibiera el Premio Nobel de la Paz y su esposa fuera sometida a detención domiciliaria ilegal.


En 2009, tras un juicio sin las debidas garantías, se impuso una condena de 11 años de cárcel a Liu Xiaobo por “incitar a la subversión del poder del Estado”. En contra de lo dispuesto en la propia legislación china, llevaba recluido en régimen de incomunicación desde diciembre de 2008. Liu Xia, su esposa, que es artista y poeta, vive sometida a aislamiento forzoso en su casa de Pekín desde el 8 de octubre del año pasado.

“A las pocas horas del anuncio de la concesión del Premio Nobel de la Paz a su esposo, la policía encarceló virtualmente a Liu Xia en su propia casa” afirmó Catherine Baber, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para Asia y Oceanía.

Sin estar acusada de delito alguno, sin juicio previo ni otras actuaciones judiciales, y sin un solo recurso para impugnar la legalidad de su detención, Liu Xia fue puesta bajo arresto domiciliario ilegal y desde entonces prácticamente ha desaparecido , simplemente por ser la esposa de un destacado crítico del gobierno.

“Liu Xiaobo debe quedar en libertad de inmediato y sin condiciones, y todas las restricciones impuestas a Liu Xia deben suspenderse” añadió.

La última vez que se tuvo noticia de Liu Xia fue en febrero de 2011, cuando consiguió ponerse en contacto brevemente con un amigo.

Durante la breve coversación que mantuvo con él por Internet, Liu Xia manifestó que se sentía abatida, que no podía salir de casa y que habían tomado como rehenes a toda su familia.

Sólo a la madre de Liu Xia, que vive en el mismo complejo residencial, se le permite verla ocasionalmente, pero la policía la presiona, así como a otros familiares, para que no divulgue ningún dato sobre su situación. Según información publicada en medios de comunicación, la semana pasada permitieron que la viera por primera vez su cuñado.

Según informes no oficiales, Liu Xia y Liu Xiaobo han sido autorizados a reunirse dos veces desde enero de este año.

“Al privar de su libertad a Liu Xia, el gobierno no demuestra pretensión alguna de legalidad” afirmó Catherine Baber.

En marzo de 2011, las autoridades dijeron al Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria , que investiga el caso, que no se habían adoptado “medidas de aplicación de la ley” contra ella.

Antes de su detención formal, las autoridades aseguraban que Liu Xiaobo estaba sujeto a “vigilancia residencial”, forma de arresto domiciliario aplicable a acusados y presuntos delincuentes con arreglo al Código de Procedimiento Penal.

Sin embargo, contra lo dispuesto en esa ley, las autoridades lo apartaron de su hogar y su familia y lo sometieron a aislamiento en un lugar desconocido.

Amnistía Internacional considera motivo de profunda preocupación las versiones del proyecto de Código de Procedimiento Penal chino que se han publicado recientemente, según las cuales la policía tendrá potestad para someter a sospechosos a una forma de “vigilancia residencial” durante periodos de hasta seis meses, pero no en el propio domicilio.

No se informará a los familiares de los motivos y el lugar de la detención cuando el caso esté presuntamente relacionado con delitos de “terrorismo” o “poner en peligro la seguridad del Estado”, o cuando su notificación pueda “hacer peligrar la investigación”.

“Las autoridades chinas parecen decididas a silenciar cualquier forma de disidencia.Esta represión ilegal y aparentemente sin tregua contra los activistas tiene que acabar” afirmó Catherine Baber.

Este año las autoridades chinas han mostrado el mismo desprecio por sus leyes y normas nacionales al detener a más de 130 activistas, abogados y blogueros en la llamada “represión de la Revolución Jazmín”, que supone un intento de evitar que se celebren en China manifestaciones inspiradas en los acontecimientos de Oriente Medio.

La mayoría de los activistas, abogados y blogueros detenidos estuvieron sometidos al régimen de incomunicación en lugares desconocidos, sin que se expidiera en ningún momento una notificación oficial de su detención.

Muchas de las personas que ya han sido liberadas guardan silencio sobre lo vivido por miedo a las consecuencias. Pero algunos amigos han podido describir algunas de las secuelas de su horrible experiencia: pérdida de peso, pérdida de memoria, insomnio y otros síntomas del trauma.

Quienes han hablado públicamente de su detención –como Ai Weiwei, artista de renombre internacional, y los abogados de derechos humanos Jiang Tianyong y Liu Shihui– han revelado que sufrieron golpes y patadas, interrogatorios reiterados, vigilancia constante y privación del sueño, y que fueron obligados a permanecer sentados y sin moverse hasta 15 horas seguidas.

Otros, como la bloguera Wang Lihong y el activista de derechos humanos Ding Mao, han sido juzgados y encarcelados o continúan detenidos en espera de juicio por “incitar a la subversión del poder del Estado”, entre otros delitos.

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