Iniciativa Social de Ciudadanos en Blanco

18/01/2011

Persuadidos de que a su colectivo o a alguno de sus miembros, puede interesarles conocer la iniciativa social de “Ciudadanos en Blanco”, le envío como archivo adjunto el documento justificativo de tal iniciativa.

Atentamente, en nombre de Ciudadanos en Blanco, les saluda Fedro Galindo Tapias, Representante General.


CIUDADANOS EN BLANCO, SU JUSTIFICACION

1.- Enraizado en el Voto En Blanco

“Ciudadanos en blanco” ha partido -y parte- de la oportunidad e incluso necesidad de fomentar y practicar el “voto en blanco” en las distintas convocatorias electorales.

El razonamiento común que en “ciudadanos en Blanco” nos hemos hecho es el siguiente:

En nuestra sociedad parece percibirse cada día con mayor amplitud un déficit de justicia y democracia en las instituciones políticas, que produce en muchos ciudadanos rechazo de la política al uso y, con alguna frecuencia, rechazo del sistema político vigente, tal como está plasmado en las leyes y en la propia constitución; lo que les lleva, a la hora de las elecciones a los consistorios y a los parlamentos, a la abstención o al voto en blanco.

Para unos actúa como motivación de su postura la corrupción, demasiado frecuente, a su juicio, y no ejemplarmente castigada y que se acerca hasta los mismos aledaños del poder. (Corrupción hoy evidenciada con toda claridad a lo largo y ancho del país en la construcción y el urbanismo).
Para otros, es la ya crónica enfermedad del paro y del trabajo precario, amen de la exclusión social a que muchos están abocados cuando no han caído ya. Añádase la disparatada y aberrante espiral del precio de las viviendas que hipoteca toda la vida laboral de una persona.

Les mueve, asimismo, el desmantelamiento, por privatización, de determinados servicios públicos en sanidad, educación y trasportes, por ejemplo. Les inquieta la falta de atención a los problemas fundamentales de cara al futuro: contaminación y cambio climático, desertización, agotamiento de recursos no renovables, nuestra participación en las guerras exteriores y el armamentismo en que a través de la OTAN y la UE, entre otros organismos internacionales, estamos insertos.

Algunos -más bien, muchos- apuntan al déficit democrático como tal: listas cerradas en las candidaturas, estructura piramidal de los partidos políticos, opacidad de su financiación, obediencia de senadores y diputados al partido propio y no a los electores, búsqueda descarada del poder y el privilegio, abuso de las mayorías, etc.

Otros más, conscientes de que de hecho todos los pueblos y países estamos relacionados, no ven ni intención ni programas creíbles y eficaces para abordar los problemas de justicia, estrechamente vinculados a la viabilidad de la paz, que genera en el mundo la tremenda e injusta desigualdad entre ricos y pobres, entre integrados y excluidos.

Preocupa, en este sentido, la vinculación con organismos internacionales, comenzando con la Unión Europea, que generan ingente materia legislativa vinculante para nuestro país, pero nunca explicada con suficiencia y debatida con conocimiento de causa por los ciudadanos.

Un grupo numeroso de ciudadanos cree que el sistema legal vigente no ampara como es debido los derechos sociales y económicos de las personas, pueblos y colectividades; máxime, cuando se da, con apoyo de la legalidad, una defensa a ultranza de la propiedad privada ilimitada (véase, por ejemplo, el caso de las patentes farmacéuticas de tan negativa influencia entre los pobres) y de los derechos del sistema financiero (véase el añejo, pero sangrante, problema de la deuda externa). Resulta en este sentido paradigmática la dificultad de acceder hoy, en nuestro país y también en los de nuestro entorno, a una vivienda digna, a no ser hipotecando toda la vida laboral y, como consecuencia, la vida sin más (hipotecas a 30, 40 y hasta 50 años).

Todo este conjunto de razones -para unos, todas; para otros, algunas- hacen creer que es el sistema como tal el que debe reformarse y que los partidos políticos, tal como están estructurados, no pueden dar respuesta a las exigencias políticas y sociales de hoy. Y eso es lo que lleva a algunos a abstenerse en las elecciones y a otros -persuadidos de que la sola abstención puede ser tachada de irresponsable- al voto en blanco o a elegir la candidatura que, entre todas las propuestas, le parece la menos mala.

Evidentemente, “Ciudadanos en Blanco” opta por el “voto en blanco”, convencidos de que la mera abstención es objetivamente una dejación de responsabilidad.

Cuando se nos convoca a manifestarnos sobre algo importante para la sociedad -y las elecciones lo son- nuestra respuesta debe ser clara y -así lo entendemos- la abstención no lo es; aunque, sin duda, ésta que entendemos como irresponsabilidad ciudadana deba preocuparnos a todos, pues es el síntoma de una atonía o fatalismo social de muchos que o desesperan de la posibilidad de que la sociedad pueda mejorar, o creen que solo la subversión puede cambiarla, o que lo mejor es colocarse al margen y sacar el mayor provecho individual posible.
No ignoramos que muchas personas que se abstienen en las votaciones están tratando de construir al margen de las instituciones vigentes una sociedad mejor y más justa. En construir más allá e incluso por encima de lo existente. Estamos de acuerdo y en ello estamos también nosotros. Lo que nos atrevemos a recomendar a éstos es que también, a través del voto en blanco manifiestan su desaprobación a lo existente, pues su simple abstención siempre resultará cuando menos confusa.

En cuanto a los que eligen “como mal menor” al o lo menos malo, solamente recordarles que situarse en esa zona de tibieza entre lo frío y lo caliente puede resultar “el mal mayor” pues colabora a perpetuar indefinidamente los fallos y deficiencias del sistema.

2.- El Plus de Ciudadanos en Blanco:

Partiendo, pues, de la convicción de que es el sistema como tal el que debe reformarse y que los partidos políticos, tal como están estructurados, no pueden dar respuesta a las exigencias políticas y sociales de hoy, el problema está en que, legal y constitucionalmente, el simple voto en blanco no resulta eficaz, al menos a corto plazo, para cambiar la forma de hacer política ni, por supuesto, las estructuras socio¬políticas; aun reconociendo la ingente y meritoria labor de concienciación que han llevado a cabo determinados grupos que han promovido sin descanso el voto en blanco desde muy sólidas razones.
Presentar un nuevo partido tampoco tendría sentido, pues los condicionamientos existentes le obligarían a entrar por el sistema en que están enredados los demás. Igualmente, proponer una nueva ley desde la iniciativa popular no parece poder llegar lejos; pues, aparte de la difícil recogida de medio millón de firmas, la ley propuesta habría de ser debatida por los menos interesados en que salga adelante.

Una salida imaginativa -y creemos que eficaz, como comienzo de un camino- es la del colectivo «Ciudadanos en Blanco». Este colectivo se ha constituido recientemente (apenas hace cuatro años) en partido político, pero atípico (un no-partido, dicen ellos), con una doble finalidad:

1°.- Impedir que los partidos que se presenten a las elecciones se apropien del voto en blanco y, hasta cierto punto, también de la abstención.

2°.- Dar una salida -volviendo eficaz el voto en blanco- a los votantes en blanco y a los que, a la hora de elegir entre los partidos existentes, se rigen por la regla del menos malo.

Por ello, llevan como punto único y exclusivo de su programa que se modifiquen las leyes correspondientes o se promulgue una nueva para que se computen los votos en blanco en igualdad de condiciones con los de las candidaturas, de modo que se dejen sin ocupar -queden vacíos- los escaños que, por el número de votos en blanco emitidos, pudieran corresponderles. Su lema es: POR UN VOTO EN BLANCO COMPUTABLE.

Mientras esa ley no se promulgue, “Ciudadanos en Blanco”, siempre que se presente a las elecciones, pedirá el voto para su formación, comprometiéndose a dejar vacíos los propios escaños que pudieran corresponderle.
Por lo demás Ciudadanos en Blanco se disolvería inmediatamente que la ley que solicita fuese aprobada; pues no tiene ninguna voluntad de poder.

De esta forma “Ciudadanos en Blanco” asume todas las razones de los votantes en blanco, que quieren profundizar la democracia, sin especificar ninguna ni hacerla suya en exclusiva. Únicamente pretende que se visibilice en los parlamentos la disconformidad de estos votantes que no se encuentran en pie de igualdad con los que votan a las demás formaciones políticas.
Otra cosa es que, iniciado este camino y caminado por él el espacio suficiente, no se alegren -que sí se alegrarán- de que aquellos que se sientan impulsados a ello den futuros pasos de propuestas concretas. Ahora dejan la pelota en el tejado de los partidos tradicionales por si, recibido este serio aviso, son capaces de cambiar de rumbo y votan la ley que se les pide.

3.- Ciudadanos en Blanco, Partido abierto

Partimos de un hecho. Según el registro del Ministerio del Interior, son varios centenares los partidos políticos inscritos; en su mayoría, lo que entendemos por partidos testimoniales. Incluso son abundantes los de ámbito exclusivamente municipal.

Comprendemos efectivamente (y no vamos nosotros a negar su legitimidad) que muchos grupos de ciudadanos, descontentos con el discurrir de la vida política, quieran, al margen de los partidos al uso, proponer, en las contiendas electorales sus puntos de vista y para ello constituyan partidos políticos haciendo hincapié en uno u otro punto programático para darle autenticidad a la democracia. Sin duda, estos grupos hacen una labor positiva como movimientos sociales, pues airean y ponen de relieve un conjunto de problemas reales y planteamientos distintos que generalmente ignoran o desprecian los “profesionales” de la política.
Sin embargo, entendemos nosotros, en orden a ser eficaces este proceder choca con dos enormes dificultades. Por una parte, el blindaje de los políticos al que ya nos hemos referido. Y, por otra, la inevitable atomización de grupos y tendencias debido a las diferentes razones por las que cada grupo se opone al actual proceder político. De ahí que “Ciudadanos en Blanco”, aun aceptando como válidas las razones de cada grupo, apueste por el voto en blanco sin más aditamentos y sin potenciar unas razones sobre otras. Confluimos y coincidimos con todos en el rechazo y eso es lo que expresa el “voto en Blanco Computable”; que se escuche al conjunto de los que no están de acuerdo.

Lo cual no quiere decir que cada grupo, en campaña electoral y fuera de ella, no pueda y deba manifestar públicamente sus razones y propuestas; lo que, desde luego, enriquecerá enormemente la conciencia política de los ciudadanos. Pero lo que pedimos al ciudadano, a la hora de votar, es que, mediante “Ciudadanos en Blanco” manifieste su voluntad de que el voto en blanco, es decir, su rechazo responsable, sea “computable”.

Se comprende así por qué “Ciudadanos en Blanco” no puede coaligarse con otros grupos que incluyen en su programa una lista de reivindicaciones o propuestas detalladas, pues nos veríamos obligados a no coaligarnos con otros grupos que también ofrecen propuestas concretas pero distintas de las de los anteriores. No es por desprecio a ninguno sino por respeto a todos. No podemos elegir; pues tendríamos que dejar fuera a muchos que también tienen sus razones válidas para el rechazo, y contentar a todos supondría elaborar un programa completo de acción política, y a eso por principio renunciamos para no caer en la trampa del sistema y para dejar, como venimos defendiendo, la pelota en el tejado de quienes se atreven a constituirse en “profesionales” de la política. Solo, pues, podemos coaligarnos con quienes en su programa lleven como único punto la reivindicación del “Voto en Blanco Computable”, aun cuando, repetimos, lo defiendan desde sus planteamientos y razones (Sólo rechazamos los planteamientos y razonamientos que justifiquen o defiendan la violencia o propugnen soluciones manifiestamente antidemocráticas). Con esta condición estamos dispuestos a unirnos en pie de igualdad a todos los que lo deseen. De otra manera sólo nos es posible caminar por nuestra cuenta hasta donde nos sea posible y hasta donde seamos comprendidos.

Donde realmente “Ciudadanos en Blanco” está abierto a todos es en la promoción y composición de sus posibles listas electorales. Cualquier grupo de ciudadanos de un municipio, de una provincia o de una autonomía puede presentar una lista como “Ciudadanos en Blanco” siempre que el “VOTO EN BLANCO COMPUTABLE” sea su punto programático (defendido, como ya hemos dicho, desde sus propios planteamientos), y “Ciudadanos en Blanco”, en cuanto partido político lo asumirá como propio.

Por “Ciudadanos en Blanco” Fedro Galindo Tapias

www.ciudadanosenblanco.com

cenb@ciudadanosenblanco.com .

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