Socialismo comunitario

04/03/2010

01-03-2010- Tras la celebración de las elecciones generales (presidenciales y legislativas) en Diciembre del pasado año, el Movimiento Al Socialismo consiguió una victoria aplastante e indiscutible (64%) que lo situó en la mejor posición para profundizar, de una vez por todas, el tan mentado «proceso de cambio».


Durante toda la legislatura anterior la correlación de fuerzas en el Congreso y en el Senado, donde una minorí­a suficiente de la oposición conseguí­a bloquear y entorpecer la aprobación de leyes imprescindibles, impidió que el MAS explicitase de manera inequí­voca el modelo de Estado al que aspira su proyecto polí­tico.

Durante los primeros cuatro años de gobierno de Evo Morales, si bien se han aprobado medidas económicas y sociales que benefician a los grupos más empobrecidos (sectores campesinos, trabajadores/as informales, indí­genas del área urbana y rural, etc.), éstas no han ido más allá de concepciones básicas de justicia social en el área redistributiva, compatibles con gobiernos que no aspiran a transformar la sociedad sino a reducir los efectos negativos del sistema económico. Estas medidas, pese a los avances innegables que suponen para el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas, no constituyen, por sí­ mismas, un nuevo modelo.

En cuanto al sistema polí­tico, entendido como el proceso de producción de representación democrática, si bien ha conseguido integrar a millones de personas en las dinámicas de participación, mediante, por ejemplo, programas de carnetización para la recuperación de los derechos de ciudadaní­a, no ha logrado transformar la estructura limitante de la democracia formal. Medidas como el referendo revocatorio apuntan en la dirección de una mayor participación y democratización del sistema, pero no superan la concepción del ciudadano como sujeto pasivo que es llamado a participar.

Este contexto de «querer y no poder», donde la hegemoní­a polí­tica no habí­a sido transformada en una mayorí­a operativa en las instituciones, ha dado un giro de 180º tras las elecciones de diciembre. El 64% mencionado se ha traducido, en el marco de la Ley Electoral de Régimen Transitorio, en una mayorí­a de dos tercios del MAS en la Asamblea Plurinacional (Congreso y Senado), lo que genera un escenario radicalmente diferente cuya principal caracterí­stica es la debacle polí­tica y social de la oposición de derecha, que les reduce a una representación testimonial en el poder legislativo, y la posibilidad, ahora sí­, de que el MAS y los movimientos sociales lleven adelante su programa má¡ximo.

Ante esta nueva situación, la intelligentsia del MAS, liderada por el vicepresidente Garcí­a Linera, académico de gran prestigio, marxista, ideólogo de la guerrilla katarista y mente lúcida del gobierno actual, ha comenzado a hacer pedagogí­a pública sobre el modelo de Estado que tienen como objetivo. Al mismo lo han denominado «socialismo comunitario».

Pese a que este socialismo con apellidos habí­a sido lanzado a la arena pública mucho antes, la explicación del mismo solo ha comenzado a ser desarrollada tras la victoria de diciembre. Fruto de este esfuerzo del gobierno boliviano por hacer pública esta construcción teórica, el pasado viernes 26 de febrero Garcí­a Linera asistió a un programa emitido por el canal estatal de TV y la emisora Patria Nueva para, cual profesor ante un aula llena de estudiantes expectantes, explicar al paí­s en qué consiste el «socialismo comunitario».

De manera general, se puede indicar que en la presentación de Garcí­a Linera no se encontraban elementos especialmente novedosos que nos pudiesen hacer reconocer en ella la elaboración de un modelo teórico diferente al del socialismo ortodoxo, sino que, bajo mi punto de vista, se trata de un conjunto de ajustes que tratan de dar forma autóctona y moderna a la teorí­a socialista en las condiciones históricas de la Bolivia actual.

Como inicio cabe decir que, tras escuchar atentamente por algo más de una hora, la única diferencia palpable con el socialismo ortodoxo que conseguió captar hace referencia a la clase social que adopta el papel de sujeto revolucionario, que en el caso boliviano, además el proletariado nacido de la modernidad, comprende los pueblos indí­genas y las estructuras comunitarias precapitalistas.
Aceptando que esta creatividad corresponde al verdadero espí­ritu del marxismo como teorí­a viva de interpretación de la realidad, y que es coherente con la composición de la Bolivia actual, su originalidad no se debe al pensamiento de ningún autor contemporáneo, sino que esta posibilidad ya fue contemplada por el propio Marx cuando, al referirse al futuro de la revolución socialista en Rusia, señaló a las estructuras sociales del agro, conformadas en el feudalismo, como la base material sobre la que, con el liderazgo del proletariado, llevar a cabo la transformación de la sociedad.

Más allá de esta inclusión del sujeto revolucionario campesino-indí­gena, cuyos orí­genes, además de en los comentarios de Marx, podemos encontrarlos en el maoí­smo el plano económico, aunque formulado en un lenguaje polí­ticamente correcto, se dirige hacia cierta planificación central o, como dijo el vicepresidente, «la producción para la satisfacción de necesidades, no para el lucro». Esta premisa presenta dificultades de armonización conceptual con el anuncio del vicepresidente de la necesidad de la existencia de la iniciativa privada, guiada, por principio, por la búsqueda incesante de lucro. Este aspecto presenta una contradicción fundamental (las necesidades determinadas por el poder público vs la búsqueda de beneficio) deberá ser resuelta con un desarrollo más detallado del modelo presentado por Linera.

Sí­ es cierto que, a raí­z de estas condiciones materiales precapitalistas existentes, uno de los objetivos del modelo boliviano es la democratización en la toma de decisiones, respetando, por un lado, las formas ancestrales de organización de los pueblos indígenas de Bolivia y, por el otro, evitando caer en la entronización de una clase burocrática omnipotente, tal y como pasó en los paí­ses de la Europa oriental.

A parte de estas diferencias y las referencias a valores morales de los pueblos indí­genas, considero que el «socialismo comunitario» constituye la implementación inteligente (es decir, que toma en cuenta las condiciones materiales existentes: estructuras precapitalistas conviviendo con la clase proletaria, la importancia del lenguaje en un contexto donde los medios de comunicación van a intentar tergiversarlo para hacer oposición, la desacreditación del comunismo soviético, etc.) de la teorí­a socialista en Bolivia en los comienzos del siglo XXI.

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