Las ONG de la comunicación

10/12/2009

Las radios comunitarias, sin publicidad ni ánimo de lucro, se unen desde A Coruña para legalizar su existencia


«No somos piratas, somos las ONG de la comunicación». Y un imprescindible canal para garantizar la libertad de expresión y permitir que tengan voz en las ondas las comunidades o los colectivos minoritarios a los que nunca se les ve o escucha en las radios o televisiones convencionales, las comerciales. Los denominados medios comunitarios, sin ánimo de lucro ni publicidad, son esencialmente radios llamadas libres y están en guerra contra el proyecto de ley del audiovisual que inicia ahora su tramitación en las Cortes.

Son un centenar en España en peligro de desaparición y más de un tercio ya se han agrupado en una red, con sede en A Coruña, para emprender unidos la batalla contra los políticos para conseguir su supervivencia.

La existencia de medios de comunicación que no tengan un fin comercial responde a un derecho recogido en la Declaración de los Derechos Humanos, en diversas normativas europeas y en la Constitución española. Pero, a pesar de todo ese aparente respaldo, están «indefensos», según destaca Tomás Legido desde la coruñesa Cuac FM, una de las seis radios libres de Galicia y la más activa de todas ellas.

Uno de sus fundadores, Mariano Fernández, es el coordinador de la red española de medios comunitarios, que ha alzado la voz contra una nueva ley del audiovisual, que considera el espacio radioeléctrico y los medios como un mercado, no como un servicio accesible a toda la población para garantizar la pluralidad informativa y la libertad de expresión.

«El proyecto del Gobierno no nos cierra las puertas, pero tampoco garantiza nuestra existencia y nos dejan como una mera posibilidad a merced de las autonomías», explica Legido. «Y resulta alarmante dada la horrible tendencia de las administraciones» a reducir garantías y derechos en el campo de la comunicación y la información, añade. Que la futura ley pretenda prohibir cualquier «tipo de comunicación audiovisual comercial» cuando dependen de los patrocinios para pagarse los equipos, o que limite sus gastos anuales a un máximo de 100.000 euros es para las comunitarias motivo de batalla por la supervivencia.

Vigo, con Radio Piratona ya veinteañera, Lugo, Santiago, Ferrol y Corme (Radio Roncudo) son localidades con emisoras comunitarias. En la de A Coruña, algo más de un centenar de voluntarios se turnan semanalmente para asegurar las ocho horas diarias de programación (de las cuatro de la tarde hasta medianoche) con espacios de expresión de lo más ecléctico y variado. Asociaciones culturales locales o algunas organizaciones no gubernamentales difunden sus actividades y mensajes a través de Cuac FM. Un grupo de octogenarios se explaya cada semana con un programa que aborda toda la actualidad del mar, ya sea en el ámbito local o el internacional. Inmigrantes de América Latina se encargan de emitir lo más genuino y novedoso de la salsa, una música que en las emisoras comerciales no suelen gozar de un lugar preferente, como ocurre con el hip hop o el heavy, que también logran hueco especializado en Cuac FM.

Es una emisora «consolidada y respetada» del dial coruñés. Y es afortunada al contar con una frecuencia fija (103.4 de la FM), un estudio cedido en el campus de Elviña y el apoyo de los poderes locales, como la universidad o el ayuntamiento. Otras radios no lo tienen tan fácil. Muchas son las emisoras libres que andan vagando por el dial en busca de una frecuencia. En un pequeño municipio de Granada, el alcalde cerró la emisora comunitaria porque era crítica con su gestión y le impuso una sanción de 100.000 euros por emitir, «a pesar de ser un derecho legal», según sus defensores.

Sólo una radio comunitaria, en Valencia «y por despiste», logró del Gobierno autónomo permiso legal para emitir. «Pero no somos piratas, no somos como las 3.000 sin licencia que emiten con fines comerciales y de lucrarse», aclara Tomás Legido. Hace hincapié, además, en que muchas de las radios comunitarias son a la postre una «cantera» de profesionales o de formatos de programas novedosos que acaban adoptando radios comerciales.

Suelen cumplir además una función social que resulta difícil de encontrar en otras emisoras, como la batalla abierta por Cuac FM, con gran respuesta en redes sociales de Internet, para que A Coruña deje de ser una de las pocas ciudades universitarias que carece inexplicablemente de un albergue juvenil para ofrecer a visitantes pernoctaciones a precio reducido.

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