El Quijote en Polvoranca

31/08/2009

Es una obra de teatro que escribí hace años, hoy tras visitar Polvoranca, se hace necesario reeditarla, el olvido, el abandono, la ruina… en fin.


Fotografía de Luisleón. Esta foto ha sido seleccionada para Google Earth

EL QUIJOTE EN POLVORANCA

Introducción a la obra teatral:

Un gobernante actual de cuyo nombre no quiero acordarme, se ha atrevido a decir que “España va bien”, en verdad han existido tiempos peores en este Estado, en sus mayorías producto del mal gobierno.

En este país al igual que en el resto del mundo hay personas que viven muy bien, pero existe una parte mayoritaria que malvive, y los que vivimos en el Sur y por ello no necesitamos viajar a él, vemos las necesidades de muchos convecinos nuestros y observamos el sufrimiento con toda su intensidad.

El paro, la explotación laboral, las carencias en la sanidad pública, la droga, el consumismo que nos consume, el modus vivendis, la invasión pacifica y comercial del imperio yanqui, la moda y la esclavitud voluntaria(pero dirigida) que lleva a nuestros jóvenes a la anorexia y la bulimia, son una pequeña muestra de un caminar equivocado.

Los dirigentes tanto políticos, sindicales y empresariales nos dirigen desde sus respectivas naves con un rumbo que solo nos puede llevar a la sinrazón, al materialismo y a la deshumanización.

Algunos añoramos aquél estado del bienestar del que sólo sentimos su fragancia lejana que poco a poco desapareció del horizonte siempre lejano de los pobres.

Hoy el gobierno y los medios de comunicación, nos anuncian machaconamente la movilización de 12 millones de vehículos hacia las playas, las montañas, las zonas de descanso y ocio, es media España, la que se enfunda el bañador, la caña de pescar, las botas de montaña e intenta disfrazar la otra verdad, la del dolor de la mitad de nuestros jóvenes en las ETTs. , la de los fracasos escolares del sistema educativo, la de la desesperanza de esos mismos jóvenes sin un futuro sólido, sin una meta clara en su horizonte colectivo.

Jamás habíamos tenido mejores cimientos, pero al tiempo jamás habíamos tenido tan lejos la azotea del edificio de la vida en comunidad.

Trasladarse a los barrios marginales como La Celsa y la Rosilla, es ver la vida de un sector de nuestra juventud oscilando mortalmente en la aguja de una jeringuilla, los sueños de algunos pobres sólo tienen la brevedad del Caballo inyectado, esta fatalidad les lleva a la rutinaria rueda del robo al supermercado de la droga en un circuito cerrado que la mayoría de las veces conduce a la muerte del individuo y al desmoronamiento del núcleo familiar.

Meditaba uno sobre estas cosas (como otros muchos leganenses) cuando tropecé con las ruinas de Polvoranca, me paré y escribí cuanto pensaba, en mi mano llevaba el libro eterno del que hemos mamado todas las Españas, y en aquellas ruinas, preso de la melancolía, sentí la necesidad de soñar, de imaginar, de acudir al pozo de las fantasías y crear un nuevo Caballero andante, pero eso ya lo hizo mejor que nadie D. Miguel de Cervantes, matando a su Quijote, para que ningún otro escritor o aficionado lo pudiéramos utilizar.

La realidad es cruel, ningún dirigente es capaz de crear una pócima, no que lleve a la curación total, sino simplemente a la que alivie el peso de esta cruz sobre los desheredados

del desencanto, a veces nace la esperanza de la fantasía momentánea y las musas hoy me llevan no a un nuevo Quijote, sino al de siempre.

Quizás porque estas ruinas de Polvoranca, sean la metáfora de un estado ruinoso en el aspecto social, sea aquí adonde me han traído las musas a escribir una breve pieza teatral.

Para esta obra es necesario un lenguaje coloquial, puesto que el lenguaje erudito pienso que en ocasiones enmascara y dulcifica las verdades.

Y entre tanto pesimismo, no cerraré las puertas de la esperanza, pero con el eterno temor que ha cambiado tantas veces la realidad al subir a los escenarios y a los despachos (que bien lo saben los políticos) y que nos encontramos al releer el Quijote verdadero, cuando el bachiller Carrasco le dice a Sancho:” Mira Sancho, que los oficios mudan las costumbres y puede ser que viendoos gobernador no reconozcáis ni a la madre que os parió” Sería bueno que esta cita presidiera los despachos públicos, cómo cambian los oficios y las costumbres.

Muchos de los que alcanzan algún poder, olvidan a quienes les auparon a él, al tiempo que también olvidan el compromiso con la libertad, la igualdad y la solidaridad, cuando estos son los ideales que les llevan a los gobiernos. Esta circunstancia hace que se conviertan las ciudades en ínsulas baratarias, que nos presentan en ocasiones el vivo retrato de España, que tal vez necesite no un Quijote en Polvoranca, sino uno en cada alma.

Yo he escrito a mi modo El Quijote en Polvoranca, para desde ¿lo absurdo? reflexionar en sólo una hora de íntima libertad, aunque ésta, no sea compartida, siempre hemos oído que es muy difícil oír los quejidos de ajenas heridas.

José Manuel García García (JOSMAN)

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