¿Dónde están los poetas sociales?

08/12/2008

Este es el mayor pecado de la poesía leganense, y me culpo también de esa debilidad mental, de ese tiempo perdido, es el gran pecado literario, retratar poéticamente lo que vemos, oímos, olemos y disfrutamos todos en alguna de sus formas.


Dicen que, poeta es todo aquél ser humano que escribe para expresar una idea o un razonamiento en verso, en la ciudad que yo vivo, siento y padezco, hay muchas personas que se dedican a esta forma de expresar sus inquietudes, ningún poema puede cambiar el mundo, pero ningún silencio, puede crear debate, opinión y mucho menos, despertar conciencias, de antiguo nos enseñaron que hay tres modos poéticos: épico, lírico y dramático, pero eso es lo académico, hay otro que yo llamo el modo bobo, y ese es, el que no tiene sustancia, como un cocido con garbanzos solos.

No hay un intento más bobo que, el de los poetas que escriben sobre una rosa, tratando de describirla, ya lo dijo Juan R. Jiménez, “no la toques más, que así es la rosa” yo me encuentro en ocasiones entre esos bobos, porque suelo escribir cada otoño, de la alfombra de hojas muertas de la cercada Chopera.
Ni siquiera en metáfora es una figura aceptable, de la naturaleza se puede escribir, pero no describir, porque se describe ella sola, con su esplendor y con su brutalidad natural, cuando provoca estragos.

Como Gabriel Celaya, yo también maldigo esa poesía concebida para el lujo cultural, porque mientras la deshumanización, la injusticia y la sinrazón, muchas veces provocadas por el gran capital y sus marionetas los políticos de todos los colores permitan guerras, hambre y las epidemias que lleva consigo la pobreza extrema, escribir para describir una rosa o una alfombra de hojas muertas en otoño, es una solemne bobería o una gilipollez (como decimos en mi Carabanchel natal)

Este es el mayor pecado de la poesía leganense, y me culpo también de esa debilidad mental, de ese tiempo perdido, es el gran pecado literario, retratar poéticamente lo que vemos, oímos, olemos y disfrutamos todos en alguna de sus formas.
Describir una rosa, es una bobería, porque el mayor de los analfabetos del universo puede sentirla más intensamente que un artista, nadie puede mostrar la rosa mejor que la propia rosa, ni una hoja seca como la propia hoja, ni un meandro del Butarque como el propio meandro, de los que yo tanto insisto en ver, sentir y recordar.

Cuando existe el hambre, y nos amenazan tantas cosas, debemos dejar las rosas y los otoños con alfombras de hojas muertas en los parques, cada uno es libre de escribir a cuanto quiera, pero a veces busco en Leganés poetas sociales, y me encuentro con que me sobran tres dedos de dos pares.

Leganés, 7 de diciembre de 2008

JOSMAN

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