De Cañorroto a La Fortuna con solo cruzar la M40

01/12/2008

El sonido único de Jerónimo en las XV Jornadas Flamencas de La Fortuna


Silla de oro
Video

No puede ser la de Jerónimo simplemente una guitarra medicinal contra la rutina diaria. No es un colchón, sino la enfermedad de la propia vida que se interroga a sí misma. Antes de nada, un aviso. Una vez que pulses el play, olvídate de hacer nada. Y, si me permites, un consejo: déjate vencer porque terminarás ganando. El álbum te devolverá, con creces, toda la energía que hayas puesto en él.

Te advierto, sin embargo: si no das, o más dramático, si no tienes, tampoco recibes. Oye, mira, agarra el coche. Deja tu mente en blanco. Mete la primera. La bulería, calí, oculta en su endemoniado mecanismo de relojería innumerables vueltas de tuerca al misterio del origen. Avanzando logramos vislumbrar nuestra cuna, junto a esa niña reina que lava su pelo en el agua, según nos canta Antonio Amador el Ciervo. El origen, India, es un modo de abrazar el porvenir. América y África se toman de la mano. Son nuestros antepasaos. El añorado José Antonio Galicia, en su última grabación, rompe los ritmos junto a Lucky Losada. Ya estamos listos.

Arrójate, sin prejuicios, al tajo de Ronda. Y vuela hacia los más profundos abismos del espíritu. Es posible que por el camino te topes con el genio musical de Mozart. Si no es así, espera un momento. El zapateao te recordará que la música es clásica en su parto cuando brota de las más profundas simas del corazón. Sí, puedes encender un cigarrillo. Aspira. ¿Qué mejor mensaje se le puede dar hoy a un ser humano? Aspira a la divinidad. Esa por la que reventaron sus manos los maestros Montoya, Sabicas o Paco de Lucía. La soleá es humo que se escapa entre los dedos. Ahora, déjate llevar por el compás. Estás solo, no te preocupes, habla, habla, pregúntate, grítate, cotorra, cotorra, múerdete los dientes. Django Maya / Jerónimo Reinhardt viene en tu ayuda, es uno solo, asido de la mano de su hermano Leo. Y lo hacen reinterpretando la mismísima levedad del espacio y sus subdivisiones, cerca ahora y luego más lejos. Swing. La seguiriya es el tic tac más dramático que nunca hubiera imaginado el tiempo.

Y el más revelador. Habla de la noche. Ay mi mare, clama el Indio Gitano, en su última visita a un estudio, arañando el regazo de la muerte. El siguiente escalón: rozar el manto de Dios. En la granaína, Jerónimo, por momentos, lo logra. Más decide apartarse, al calibrar la enormidad del intento. Queda una vida por delante, quizás sea mejor retirarse y meditar, antes de ser fuego y desaparecer en la inmensidad nula de la existencia. Se ha vislumbrado el misterio. Es el momento para el amor y el silencio. La guitarra susurra ahora, araña y acaricia, para terminar desapareciendo, fundida en la misma nada. Suspira. Creéme, eres una persona diferente. Has vuelto a descubrir que la música es algo más que un juego.

La guitarra de Jerónimo atraviesa las estrellas en un viaje que parte hacia dentro, removiendo el cosmos que late en las últimas vísceras del ser.

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