Un joyero de Leganés muere degollado en su establecimiento

31/08/2008

Estaba solo. Era la primera mañana que Salam abría su joyería después de las vacaciones, de las que había regresado apenas dos días antes. Iba a abrir mañana, pero lo pensó mejor y, sobre las diez de la mañana de ayer, acudió a su establecimiento de la avenida de Fuenlabrada, en Leganés, para preparar el género y abrir la tienda. Allí fue apuñalado y degollado hasta la muerte.


Salam H. T., de 55 años, tenía nacionalidad española y era de origen iraquí. Era muy popular en el barrio y vivía en Leganés junto a su esposa y sus dos hijos, un varón de 18 años y una mujer de 21. Procedía de una familia de joyeros: sus dos hermanos trabajan como orfebres en diversos puntos de la región.

Fue una trabajadora de la floristería aneja a la tienda de Salam quien dio la voz de alarma. Pasadas las diez de la mañana, escuchó un forcejeo en el local de al lado. Tomó el teléfono y avisó a la policía, alertando de una pelea en la avenida de Fuenlabrada, número 36, donde se ubica la joyería Venya.

Cuando los agentes llegaron al lugar, la puerta de la joyería estaba cerrada. Hicieron añicos sus cristales y accedieron al interior. Allí estaba Salam. Muerto, degollado, tendido en el suelo de la trastienda junto a un charco de sangre. Cerca de la caja fuerte. Según indicaron fuentes municipales a Efe, los asaltantes habían salido «tranquilamente» del local por la puerta principal y tomaron el autobús. Uno de ellos, rubio, llevaba una mochila roja a la espalda.Hace cerca de un año y medio, Salam había sufrido un atraco importante, según explicó uno de sus familiares. Los ladrones emplearon la técnica del butrón, accediendo al local a través de un comercio anejo a la joyería Venya. «Aquella vez se llevaron género, pero eso ahora no importa. Él se libró. Otras veces le habían quitado un puñado de joyas. Ahora, la policía no nos dice nada, pero estamos seguros de que ha sido otro atraco. Y estamos destrozados», lamentaba ayer un familiar de Salam.

Esta vez, los atracadores habían encontrado a Salam en la tienda y lo habían llevado a la trastienda, donde se encuentra la caja fuerte. Según los primeros indicios, Salam opuso resistencia a dos asaltantes que llevaban armas blancas, por lo que lo degollaron. Sin embargo, los familiares de Salam aseguran que él no pudo haber forcejeado con sus agresores. «Era un hombre pacífico, bueno, muy tranquilo; es imposible que opusiera fuerza», explicaba ayer un familiar, que está convencido de que el móvil del homicidio fue el robo. Él también es joyero en una tienda del norte de la región. Dice que también ha sufrido hurtos, pero que nunca le han amenazado ni herido.

La Jefatura Superior de Policía de Madrid no ha confirmado que se trate de un atraco y sostiene que aún se barajan todas las posibilidades, entre ellas, que se trate de un ajuste de cuentas.

La muerte de Salam eleva a 46 el número de muertes violentas acaecidas en la región en lo que va de año, de las que ocho murieron víctimas de violencia de género. Hace casi dos años desde el último asesinato de un joyero en la región. Fue el de José Manuel Mateo, el 26 de septiembre de 2006. Fue tiroteado en la calle de Isabel la Católica (distrito Centro) cuando salía de su oficina.

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