Tanto Montoya como Raúl Calle juegan muy alegremente con el suelo público que es de todos.
Por ello, Leganés que tiene ya una vieja tradición raeziana de levantar monumentos y esculturas múltiples, (que esa fue la única cultural de este siniestro alcalde) Leganés repito, debería levantar un monumento a la especulación, a los especuladores, a cuantos políticos de todas las ideologías (que no todos los políticos) medraron a golpes de ladrillo, a golpes de sudor de los trabajadores de la construcción, al silencio sospechoso de los sindicatos, a la explotación del inmigrante en esta rama tan sacrificada.
Cuentan que era tan ambicioso el proyecto de construir el Monasterio del Escorial que, le preguntaron a Felipe II que, si tendrÃa dinero suficiente en el tesoro para poder realizar tan magna obra, el monarca como todos los absolutistas pedantes y ostentosos, respondió que, (mientras su pueblo pasaba hambre) que para demostrar su riqueza colocarÃa al finalizar la obra un ladrillo de oro.
El alcalde Montoya, a pesar de tener un superávit de 15 millones de euros (dicen) ha vendido en el plan Parcial de San Nicasio, suelo público por un valor similar a la cifra citada, aprobado en el Pleno Municipal del pasado dÃa 11 de marzo del actual.
Este hecho no tendrÃa mayor importancia si los promotores hubieran querido este terreno para construir viviendas accesibles a precios tasados, para de esta forma nuestros jóvenes leganenses con deseo de emanciparse vieran la luz de su mayor sueño, pero no, el socialismo moderno e IU, lo han sacado a concurso para viviendas adosadas libres (chalets) por tanto, su costo es inalcanzable para nuestro jóvenes mileruristas.
El alcalde dice que venderá todo el suelo público si con ello cumple el programa de gobierno de su partido.
IU, de la que depende la ConcejalÃa de Urbanismo, no está para tirar cohetes, está a la baja y en vÃa muerta, que es donde llevan a los trenes en desuso por que ya no les quiere el usuario que es el pueblo.
Tanto Montoya como Raúl Calle juegan muy alegremente con el suelo público que es de todos.
Por ello, Leganés que tiene ya una vieja tradición raeziana de levantar monumentos y esculturas múltiples, (que esa fue la única cultural de este siniestro alcalde) Leganés repito, deberÃa levantar un monumento a la especulación, a los especuladores, a cuantos polÃticos de todas las ideologÃas (que no todos los polÃticos) medraron a golpes de ladrillo, a golpes de sudor de los trabajadores de la construcción, al silencio sospechoso de los sindicatos, a la explotación del inmigrante en esta rama tan sacrificada.
Por todo lo expuesto, levante Sr. Montoya un monumento con un ladrillo de oro, y bautÃcesele a la rotonda como “La rotonda del oro”
Ese y no otro monumento deberÃa de ser el sÃmbolo de España, de su podredumbre, que ha enriquecido a mucho y empobrecido a la mejor juventud que ha tenido nuestra historia.
DecÃa Emilio Castelar insigne parlamentario de verborrea exquisita: “A los bautistas y a los profetas el pueblo los bendice, por el contrario a los polÃticos nos maldice” Pensar brevemente y adivinaréis por qué.
Castelar murió soñando con construir adecuadamente la I República y Julio Anguita lo hará soñando con la tercera.
Los ladrillos de oro dan lustre y poder a los reyes y a cuántos poderosos se les quieren parecer, por el contrario esos ladrillos de oro, se convierten en la mayor injusticia social de los pobres, que curiosamente en sus ideales puros siempre en su mayorÃa han defendido un socialismo real. ¡Ese que tanta falta nos hace!
Los ladrillos de oro/ que enriquecen a unos pocos/ son la materia del hombre/ que olvidan en su avaricia/ que son y que somos polvo…
Y el dÃa 10 de abril Sr. Montoya, sonarán los Tambores de Calanda, y usted sabe por qué, !que Dios nos pille confesados! cuanto escribir para morirse uno decÃa Miguel Hernández.
Leganés, 31 de marzo de 2008
José Manuel GarcÃa GarcÃa (JOSMAN)
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