Transparencia en lo público.

18/02/2008

Sr. Montoya, acceda a las auditorias, no piensen de nuestros gestores, como hacemos los lectores y el propio Cervantes del Quijote enjaulado sobre un carro,: “Sancho amigo mío, que algo me da que no voy del todo limpio” Nuestro Hidalgo caballero, había hecho aguas mayores en sus calzones, demostremos que todo es transparente, aunque cuesten dinero las auditorias.


En relación con la noticia aparecida en prensa, sobre la necesidad de sendas auditorias tanto en LEGACOM, como en el EMSULE, realmente deberían de ser necesarias, no porque dudemos de sus gestores, sino porque es un signo de transparencia en lo público.

Yo soy partidario de que se hagan simplemente porque puede existir un error en cifras tan desorbitadas para las que no estamos acostumbrados los ciudadanos mileuristas.

Decir que no a las mismas, da una mala sensación a los ciudadanos, porque quien no quiere enseñar el cajón, es que aún siendo honrado algo puede ocultar.

De niño allá por los hambrientos años cincuenta del pasado siglo, cogí un paquete de galletas de la despensa de mi madre, comí algunas, y el resto las guardé en el cajón de la ropa interior y de los calcetines, al día siguiente mi madre buscaba las galletas y tuvimos que desayunar todos, un tazón de leche con pan duro, cuando mi madre quiso abrir el cajón yo le ponía excusas, nos mudamos ayer, hoy no hace falta, vamos limpios, y era verdad todos éramos limpios, aseados, -para una época de baño en barreño de zinc- mi madre insistió, y en lugar de calcetines encontró las galletas.

Era sólo un error de colocación, no tenía mayor gravedad, pero todos en casa supimos que había en el cajón.

El cajón era de todos, lo compartíamos todos y nos beneficiábamos todos de él, y las galletas eran de todos, en definitiva cajón y galletas eran de todos y todos teníamos derecho a comer y a ver.

Nadie sabe en la ciudadanía de Leganés la cifra exacta del reloj famoso de la Plaza Mayor, seamos transparentes, yo se que a nuestros políticos, no les va a pasar como a mi padre que tenía dos relojes, uno de pulsera y otro de bolsillo, me gustaba ver los relojes de mi padre, y un día, comprobé que entre uno y otro había un minuto de diferencia.

 Papá este reloj va un minuto retrasado.

 Hijo, es que entre reloj y reloj se pierde un minuto.

Es decir, mi padre, no quiso darme mayor explicación, y tarde años en saber que los relojes todos no son exactos y los hay que retrasan como hoy el EMSULE y los hay que adelantan como LEGACOM, su presupuesto.

Dicha esta metáfora, yo como vecino de Leganés pido esas Auditorias, se de sobra que ningún político responsable ha escondido galletas para comérselas.

Pero debe de existir el control, nunca sobra, nos pasa a los escritores amateur, necesitamos el corrector ortográfico del Microsoft Word, aunque sepamos que burro se escribe con b. Hasta los académicos usan el diccionario.

Sr. Montoya, acceda a las auditorias, no piensen de nuestros gestores, como hacemos los lectores y el propio Cervantes del Quijote enjaulado sobre un carro,: “Sancho amigo mío, que algo me da que no voy del todo limpio” Nuestro Hidalgo caballero, había hecho aguas mayores en sus calzones, demostremos que todo es transparente, aunque cuesten dinero las auditorias.

La mujer del Cesar era honrada, toda Roma lo sabía, pero en ocasiones venía bien demostrarlo.

Leganés, 16 de febrero de 2008

José Manuel García García (JOSMAN)

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