El Severo Ochoa mira hacia adelante.

03/07/2006

La galería que une la entrada principal del Hospital Severo Ochoa con la cafetería llegó a estar tan empapelada de recortes de prensa sobre la crisis del centro, hace meses, que apenas se vislumbraba el exterior, pese a ser un corredor acristalado. Quince meses es mucho tiempo, tanto, que las concentraciones diarias «por la dignidad del hospital» pasaron a ser semanales; tanto, que en la galería acristalada ya sólo conviven escasos recortes sobre el caso frente a la maraña de convocatorias de ayudas de estudios o aperturas de bolsas de empleo.


«Tras tanto tiempo hablando del tema, no tengo ni tiempo ni ganas de seguir haciéndolo. Los pacientes están exactamente igual, aunque ahora preguntan más por cada cosa», sentencia una enfermera que prefiere no identificarse mientras fuma a la puerta de la Urgencia General. «Estamos hartos ya, cuando parece que para todo, luego vuelve de nuevo otra vez», añade Mari Carmen, una auxiliar.

Gran parte del personal sanitario del hospital consultado por este diario muestra su hastío por esta interminable crisis, provocada cuando salió a la luz, en marzo de 2005, la denuncia por supuestas sedaciones irregulares en las Urgencias. La normalidad parece imponerse en el Severo Ochoa: pacientes nunca faltaron ni en el servicio de Urgencias, pero la «batalla» emprendida por los sanitarios se ha relajado y las propias cifras estadísticas del centro indican esa normalidad.

«El número de reclamaciones de los pacientes ha disminuido este año un 4 por ciento, el número de ingresos por mil en Urgencias está en un estándar de calidad bastante bueno, y la plantilla de Urgencias se ha remodelado e incrementado en 18 facultativos. Además, se han añadido cuatro nuevas guías de buenas prácticas y el personal está bastante motivado. La marcha del hospital está totalmente normalizada», afirman fuentes de la Dirección.

El proceso aún no ha acabado

«El nuevo gerente parece que está haciendo lo posible por retomar esa normalidad, pero no llegará mientras siga el proceso adelante, hasta que el juez no hable», replica Isabel Serrano, presidenta de la Junta de Personal del hospital. Quince meses han hecho que en el Severo Ochoa no se comente tanto el caso, pero cada coletazo informativo lo vive intensamente parte del personal.

También el Consejo Sectorial de Salud de Leganés, que reúne a más de 60 entidades sociales, se ha reunido para aportar ideas que ayuden a recuperar la normalidad, explica el concejal de Salud, Francisco Javier Márquez.

Entre los sanitarios consultados es tan mayoritario el hartazgo por la crisis como su convencimiento de que no se produjeron irregularidades, diga lo que diga el informe del Colegio de Médicos. «El personal de la Urgencia General tiene la conciencia bien tranquila, y eso es lo que nos queda», afirman Amparo y Mari Paz, dos enfermeras. «Todo tiene una justificación. Lo primero es que te lo piden los pacientes o la familia. No creo que sea ningún delito dejar morir sin dolor a una persona ya sin solución», añade una auxiliar.

¿Y si los pacientes estaban inconscientes y no hubo autorización? «El enfermo comatoso que está agonizante puede despertar en cualquier momento con unos dolores horrorosos, nadie es quien para decir qué se tiene que hacer, sólo el médico que le está atendiendo», mantiene Pilar, enfermera.

Pilar, como parte del personal sanitario, sigue combativa, criticando sin reparos al consejero de Sanidad, Manuel Lamela, «por quererse cargar este hospital privatizándolo» tras «acusarnos de criminales cuando lo que se ha hecho es aliviar el dolor», una opinión compartida, a grandes rasgos, por parte del personal y por la oposición al Gobierno regional.

Tanto el personal del centro como los pacientes consultados coinciden en considerar que se trata de una crisis política o, al menos, arrastrada a ese campo desde que saltó a la luz, lo que pocos aprueban. «Creo que dejaron un poco lo sanitario al margen para tratar el tema políticamente», opina Juan Salvanés, leganense que espera noticias sobre el estado de su padre (en Urgencias) y de su suegra (en planta).

«No sabes ya ni qué pensar»

Con dos familiares ingresados, Salvanés no está para saber al detalle los últimos coletazos de la crisis, aunque los conoce en general. «Reparos siempre tienes, pero lees y ves tantas cosas, que ya no sabes qué hacer ni qué pensar, y si estás malo tienes que venir», resume otro vecino, Domingo Nieto, mientras espera noticias de su mujer.

Los sanitarios remarcan el apoyo de los leganenses en esta crisis, pero muchos aseguran que la confianza médico-paciente ha quedado muy tocada, que algunos pacientes les expresan sus dudas sobre su trabajo y que, incluso, el personal ya no trabaja con la misma libertad. El hospital espera que la sentencia judicial ponga fin a este episodio y, definitivamente, traiga de nuevo la normalidad a un centro protagonista de una de las grandes crisis sanitarias de los últimos años.

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